Crítica de: Yo también

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En busca de la normalidad


¿Puede una persona con Síndrome de Down desarrollar una vida lo más normal posible en una sociedad tan cargada de barreras (especialmente morales) como la nuestra? ¿Pueden llegar a entablar una relación sentimental con una persona “normal”? En estos y otros aspectos similares intenta profundizar tanto esta película como el anterior cortometraje “Uno más, uno menos” dirigido también por Antonio Naharro y Alvaro Pastor. Ya en este mencionado corto de 20 minutos se observa una decidida pretensión de mostrar la enfermedad del Síndrome de Dawn desde una perspectiva diferente, ahorrándose detalles minúsculos para acomodar la pantalla a la delicada situación social que tienen que hacer frente estas personas. Buscar puntos de normalidad donde la convivencia se configure de manera natural, y no premeditada. En “Yo también” existe una cierta línea continuista respecto a estos dilemas, si bien apoyándose en la ficción para conseguir un efecto más dramático e impactante.

Daniel comienza su nuevo empleo de administrativo como cualquier otra persona. Conoce a su compañera de trabajo, Laura, y con el paso del tiempo se acaba enamorando de ella como le ocurre a multitud de personas. Hasta ahí todo entra dentro de lo que podíamos llamar habitual. La diferencia estriba en que Daniel no es una persona normal, a pesar de sus evidentes diferencias respecto a otras personas con el mismo problema, y nuestros prejuicios sociales se encargan de subrayarlo demasiado a menudo. Antonio Naharro y Alvaro Partor realizarán un ímprobo trabajo por mostrar todos y cada uno de los recovecos de una posible relación entre Daniel y Laura. Dejarán desarrollar el enamoramiento de Daniel expectantes ante las reacciones de Laura, una mujer que lleva una vida complicada, y que encuentra un lazo de amistad y apoyo en Daniel. Para ello, una sensacional Lola Dueñas, en un registro poco conocido, se encargará de aportar la complejidad necesaria que requiere ese papel, y entablar una cercana complicidad con Daniel para conseguir un plausible realismo que pese a todo no se conseguirá mantenerse a lo largo de la película.

No se podía haber recurrido a un actor mejor que Pablo Pineda, primer licenciado europeo con el Síndrome de Down, y que no sólo se interpreta a sí mismo (lo cual no hubiese restado mérito) sino que le añade un vínculo reflexivo apreciable, y una capacidad para desarrollar toda una serie de situaciones morales y de gran trasfondo dramático que le otorgan un gran valor interpretativo y un meritorio trabajo.

Son sin duda alguna Lola Dueñas y Pablo Pineda –ambos galardonados con la Concha de Plata en el último Festival de San Sebastián- los grandes valores de esta digna película, que si bien pretende un sincero y reflexivo acercamiento hacia esta enfermedad y sus connotaciones sociales, no consigue en cambio ese impulso dramático que el guión necesitaba, quedándose a las puertas de una sensibilización acentuada. Hay ciertos momentos en que la historia se estanca, y hay varios en que la cima emocional aunque se atisba, nunca se alcanza, dejando una agridulce sensación de uniformidad narrativa.

No hay excesos, ni giros valientes, pero sí una respetable historia, con momentos divertidos, diálogos efectivos y un loable mensaje de esperanza, tanto a la sociedad en general como a las familias que conviven con estas personas.


sergio_roma00@yahoo.es

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