Crítica de: Fantástico Mr. Fox

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Artesanía e imaginación

A pesar de la buena (o excelente) salud que goza el cine de animación en estos momentos, y de la espectacular y aparatosa tecnología digital puesta a disposición de cineastas y productoras, películas como “Fantástico Mr. Fox” son de las que te hacen aficionarte aún más a este tipo de cine y al mismo tiempo disfrutar de los manjares que la nostalgia nos proporcionan a modo de arquitectura animada rudimentaria en su aspecto más externo, pero precisa y de indudable armonía artesanal en su íntima visión sosegada. Y es que esta interesantísima película de Wes Anderson nos devuelve la magia del cine animado convencional en su estética, revolviendo los pasajes más añejos de nuestra memoria, y reencontrándose con una manera de trabajar tan minuciosa como radiante en su resultado final.

El director norteamericano Wes Anderson ya había manifestado sus deseos de explorar la técnica “stop motion” en el cine, y de la mano del director de animación Mark Gustafson han elaborado un particular submundo donde cabe por ejemplo la extraña situación de encontrarnos compulsivos e ingeniosos diálogos en un ambiente minuciosamente prefabricado, y donde el citado ambiente que parece conquistar con autoridad la pantalla se pone a disposición de la historia sin arrebatarle su protagonismo pero destacando en su particular parcela de notoriedad con una estética impecable.

Es probablemente en la historia en sí, donde quizás podamos encontrar mayores motivos de ligera insatisfacción. La película es una adaptación de un libro infantil de Roal Dahl (“El superzorro”), donde no sólo se cambia el título, sino también algunos pasajes y protagonistas. Mr.Fox, como personaje principal absorbe a todos los demás de una manera aplastante, pero a su vez y aunque suene paradójico cede protagonismo al involucrar a cada personaje de manera generosa en su propio mundo, permitiendo una complicidad que se aprecia desde los primeros compases narrativos. Los personajes fluyen de manera armoniosa al compás que marca Mr. Fox, lo que le permite a Anderson manejar a su antojo la historia y a su vez reflejar su propio universo personal. Un universo que aún cargado de nostalgia (como su cine anterior) acude a la llamada del optimismo con especial ímpetu, y frecuenta los fugaces rincones de la esperanza con particular convicción. No todo está perdido pese a que el destino aguarda con estricto e incómodo sigilo, pero para burlar a ese destino, habrá que recorrer intrépidos e incómodos pasajes donde perfilar un camino aún desconocido para los protagonistas, pero sin duda anhelado. Emoción, aventura, acción, y un cuidadísimo humor inteligentemente posicionado se mueven al son de una familia de zorros que luchan por marcar su territorio huyendo de las pautas dictadas por el destino en busca de un hábitat más saludable. Mantener la intensidad del relato es lo que más esfuerzo ha debido de costar y es en cierta medida lo que nos priva de una obra redonda junto a un mayor esfuerzo imaginativo en momentos puntuales.

Imposible comentar esta película sin que nos venga a la cabeza la reciente y extraordinaria “Donde viven los monstruos”. Películas ambas que gozan de la aceptación por igual y por diferentes cauces interpretativos tanto del público infantil como del público adulto. Y no es casual, puesto que directores como Wes Anderson y Spike Jonze tienen sobrada capacidad para experimentar en múltiples mundos y sacarles partido a todos ellos, sin perder un ápice de eficacia y consiguiendo un resultado tan exhaustivo que en no pocas ocasiones emociona. Tampoco deberíamos olvidarnos en este sentido del singular Tim Burton que sin bien con su Alicia no destaca precisamente en su aspecto más trascendental, y en su búsqueda del sentido último del libro de Carroll, sí existe un acercamiento a lo que Anderson y Jonze pretenden de manera inteligente.

Imprescindible se antoja el visionado en versión original si se quiere disfrutar plenamente de esta película, ya que si finalmente nos resulta imposible separar a Mr. Fox de George Clooney o a Mrs. Fox de Meryl Streep por ejemplo, es sin duda por las sensacionales interpretaciones vocales de ambos, especialmente de un Clooney en particular estado de gracia en cuanto a la elección de personajes se refiere. Un auténtico lujo, y por supuesto un especial aliciente que no debiera quedarse excluido del agradable espectáculo fílmico, donde también destacan momentos musicales extraordinarios compaginados con una excelente elección musical.

Película formalmente impecable y trabajada, narrativamente interesante y con los ingredientes suficientes como para conseguir la atracción de un público diverso y con especial interés en devorar cine de esplendorosa factura.



sergio_roma00@yahoo.es

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