0

Crítica - Cuando despierta la bestia

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLrj40RulUPtegw8Io-KpwbBA7YJsI9H2_L7V6RaGy-huRuU5rpcY3GIq2kUdaLyhLGHV3edP0WhoUJVRPg5Ktl2ZxcsXqWoiITT5HXm9UyqtsbLcVZx4w6AztK3K4gTKi8G6U1S3DO-Wt/s1600/2.png

Bestias poco salvajes

 No es muy habitual que nos llegue mucho cine danés a nuestras pantallas. Esta película sin embargo formó parte de la Sección Oficial del reciente Festival del Sitges, sin lograr ningún premio, pero con un interesante punto de partida.
El debutante Jonas Alexander Arnby nos presenta una película sobria, con un buen trabajo de fotografía (siempre imprescindible en el género de terror), una música adecuada (Mikkel Hess), y en principio unos moldes interesantes para convertirse en una película atractiva.

Bien es cierto que no se parte de una historia muy original: Marie es la típica joven marginada en la pequeña localidad donde vive y trabaja, y pronto se irá descubriendo que su familia esconde un secreto que es la causa principal de dicha marginación. Poco a poco ese secreto irá haciéndose más visible y ella misma irá experimentando una serie de cambios que harán que la vida de su familia cambie para siempre, y por supuesto la de ella misma. En cierto modo, estamos ante una especie de “Carrie”, donde la marginación dará paso inevitablemente a la ira y sus consecuencias.

Arnby trata todo con bastante tacto; cada elemento y cada escena están cuidadas para que el conjunto adquiera una armonía en línea con la tranquilidad del pueblo y se pueda, a partir de la mitad del film, compensar con los momentos de acción que nos esperan, que están desarrollados quizás con menor acierto. Sin excesiva sangre y sin exceso de violencia, Arnby sabe manejar los tiempos y preparar cada escena para que nada se quede en el aire. El problema reside en encontrar un equilibrio adecuada entre esa aceptable conjunción de buenos elementos cinematográficos (excesivamente correctos) y la espectacularidad que requiere el film y del que apenas queda nada tras su desarrollo completo. Una cinta de terror que inquieta, pero que apenas sobrepasa esa línea delgada que provoca en el espectador algún que otro sobresalto, y que en una historia como la que nos ocupa se antoja imprescindible.

Por tanto nos encontramos con un buen e innegable trabajo de dirección que adolece en muchos momentos de esos elementos imprescindibles que permiten que se desarrolle el terror adecuadamente y envuelva la película de ese aura misterioso y a su vez violento que la historia está pidiendo a gritos y que el espectador amante del género probablemente reclame.


sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

0

Crítica - A Escondidas

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjphpH8bWIMSaDeJ6SrWZ15SEcPizDOraMBqwPsINGbwp_vrNKSVciV6KCMkly6tBB3O4ABn2UO8BctOHA1vQ-TA0-X5B5v8WkpGZL7pflR4UV5S_XKQxDX-tcM4nUbt9xMb5ZAzFIn88MY/s1600/4.png

La continua carrera

 Mikel Rueda debutó hace cuatro años con la dura película “Estrellas que alcanzar”, ambientada en plena Guerra Civil española en torno al robo a las madres de sus hijos republicanos, con un gran trabajo de Bárbara Goenaga. Los personajes de Rueda (y así lo demuestran también sus cortometrajes “Present Perfect” , “Agua!” y “Cuando corres”) se enfrentan a la sociedad que les ha tocado vivir entre la incomprensión y el desasosiego, con una íntima y fugaz esperanza de cambiar el mundo de que les rodea, o al menos cambiar la vida que les proponen. Esa lucha de la que hace partícipes a sus personajes, Rueda la maneja con contención pero sin esconder la denuncia, y con la certera mano de un realizador que sabe expresar lo imprescindible sin necesidad de maquilla ni envolver artificialmente.

Estos rasgos los vuelve a demostrar en esta estupenda película, “A Escondidas”, donde se atreve a tocar varios palos sin golpear al aire en ninguno de ellos y sin desestabilizar la película. Así, nos propone la historia de un joven marroquí, Ibrahim, que tras venir a España se encuentra con los problemas que la sociedad y la burocracia le plantea, en paralelo con la historia de Rafa y su aparente vida normal perturbada de repente por su amistad con Ibrahim y su propio y misterioso mundo interior.



En cierto modo esta película es una continuación del último cortometraje “Cuando corres” en un intento por parte de Rueda de conocer un poco más la historia de aquel niño marroquí que llegaba asustado en los bajos de un camión. De darle la oportunidad que quizás otros nunca tuvieron y de ver qué desenlace le espera al final del camino, o al final del túnel, en una continua carrera por la supervivencia, en un mundo demasiado hostil.

Tanto amor, como amistad, envidias, recelos, familia…todo tiene cabida en el universo de Rueda y todo es manejado desde una naturalidad interpretativa, rodada en 16 milímetros y con confusos e intencionados movimientos de cámara buscando también esa naturalidad y transparencia del relato, conforme a un guión que pudiera parecer que guarda continuas improvisaciones en función del devenir de la historia y de los personajes. Un guión que a su vez se ve favorecido por una estructura temporal muy inteligente y que aporta un ápice más de emoción a todo el conjunto.
Rueda nos plantea dos formas de vivir a escondidas, de no mostrarte excesivamente: por un lado tus sentimientos personales y por otro tus orígenes. En ambos casos para no ir contracorriente, para no suscitar el rechazo de una sociedad que debiera siempre estar cuestionándose sus propios códigos éticos y morales.

A Escondidas” nos deja la entrañable presencia del recientemente fallecido Álex Angulo en otro estupendo trabajo, y está muy bien ambientada con una música que acompaña acertadamente en momentos importantes.

Una emocionante e intensa película que desborda humanidad y que mantiene un pulso narrativo constante con el espectador haciéndole partícipe de emociones, injusticias, dramas y esperanzas.





sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

0

Crítica - Torrente 5. Operación Eurovegas

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdKqmO17xAEnhPyvnT2YaVfJfDDMffX7nJF8aWT4Ij0npsALEqGoLcmTlN6Hjy5Tlz1N5cQdF4gYSc8Cdb_PMnQhJEYaJ_dNDN7hz2wnhOFsW8VsITn_XVYzDJ4z9CSAq8tsz5gO6HeOMl/s1600/1.png

Ocean´s Torrenteleven

 Es indudable que la saga de Torrente es la más exitosa de la historia del cine español en cuanto a taquilla se refiere. Tanto es así que en muchos casos se habla de que la propia película “salva la taquilla española” el año correspondiente. Dados los fenómenos de este año de “Ocho Apellidos Vascos” y “El Niño (2014)”, probablemente este año no sea Torrente el salvador taquillero, pero a buen seguro que hará nuevamente buenos números, porque Santiago Segura no se ha movido ni un ápice de la fórmula ganadora, y apenas hay riesgos al respecto. Lo malo es que la gente se canse.

Dicho lo cual, tenemos todo el arsenal explosivo al que nos tiene acostumbrados la saga: secundario de peso junto con secundarios de segunda fila y de la gran fauna televisiva que puebla la televisión, múltiples escenas de acción, “nos hacemos unas pajillas”, cameos varios, sátira social y política…y por supuesto Torrente. En esta ocasión organizando un robo al Casino de Eurovegas. En este sentido, es inevitable la comparación con la película “Ocean's Eleven. Hagan Juego” aunque sólo en el sentido de la temática, ya que ni el propio Segura tiene como pretensión parecerse a ella y resulta en todo caso atractivo ver la que pueden organizar el “grupo especial” elegido en esta ocasión para el evento.




El guión es –como suele ser habitual- simple. La única incógnita será saber cómo funcionan todos los personajes y si harán reír, que a la postre es lo más importante del asunto. Y en este sentido resulta un poco decepcionante. Ya que la película se sitúa más en la órbita de la tercera y cuarta secuela, y algo lejos de la primera y segunda (ligeramente superiores al resto), por lo que sucede que nos encontramos con demasiados tópicos ya usados y que en un momento dado pueden resultar agotados hasta al mayor seguidor incondicional de la saga.

Nada que decir a la factura técnica de la película que incluso mantiene un buen nivel en las escenas de acción y en la fotografía. Y también resulta digno de elogio el pequeño homenaje a una de las parejas míticas del cine español como Pajares y Esteso, y sobre todo el homenaje a Tony Leblanc. Igualmente resulta atractivo el encontrarse sorpresivamente y en diversos momentos con cameos que a veces resulta ser lo más divertido de la película y que realmente están muy acertados. Pero esto de por sí, no es suficiente para evitar que la película sea otra más de la saga, sin pena ni gloria. Ni siquiera “resucitar” al Cuco de la segunda entrega, (probablemente lo mejor que ha dado la saga completa gracias al espléndido trabajo de Gabino Diego), de la mano ahora de Julián López aporta nada superior a esta quinta entrega.

Al que se acerque por primera vez a Torrente le gustará (como ha gustado a tanta gente) conocer a este curioso personaje. Al que no le guste la saga tampoco le gustará esta nueva película, y probablemente ni se le pase por la cabeza acercarse al cine y a la gran multitud que sigue una tras otra la serie de películas disfrutará de la misma manera –al menos- que lo hiciese con las dos anteriores.




sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

0

Crítica - Frank (2014)

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjphpH8bWIMSaDeJ6SrWZ15SEcPizDOraMBqwPsINGbwp_vrNKSVciV6KCMkly6tBB3O4ABn2UO8BctOHA1vQ-TA0-X5B5v8WkpGZL7pflR4UV5S_XKQxDX-tcM4nUbt9xMb5ZAzFIn88MY/s1600/4.png

Bajo la máscara de la locura

 La cuarta película del director irlandés Lenny Abrahamson es un auténtico canto a la música desde la perspectiva más romántica. En este sentido se asemeja a las recientes películas “Once” y “Begin Again”del también irlandés John Carney. Ambos directores profundizan acerca del mundo de la música a través de su independencia, del proceso creativo que conlleva sin disponer apenas de medios y la dura batalla que precede al éxito que supone un éxito personal. En el caso de Lenny Abrahamson, se entiende además un nexo en común entre esta película y sus tres trabajos anteriores (Adam & Paul, Garaje, What Richard Did) en cuanto a que sus personajes siempre se encuentran en el lado más marginal de la sociedad y desde ahí adquieren cierta grandeza para convertirse en personajes de indudable identidad y de conflictos por resolver.

En “Frank”, asistimos a la grabación de un disco por parte de una extraña banda musical y la visión de un recién llegado (Jon) un joven muy apasionado pero con poco talento que se une de manera casi accidental a la banda y que marcará un antes y un después en la misma. La excentricidad de todos sus miembros resulta muy sugerente a la hora de abordar la historia, y el tono cómico que contiene el personaje de Jon resulta muy atractivo, pero sin duda lo más arrebatador está en el personaje de Frank. Extraño, magnético y sobre todo muy enigmático. Protagonizado por un sensacional Michael Fassbender (al que no cuesta mucho imaginárselo leyendo el guión de esta película y sintiéndose muy atraído por trabajar con este personaje), en un papel donde prácticamente toda la película no se le ve la cara, escondida en una extraña y surrealista máscara que mantiene al personaje en una plácida separación del mundo exterior y sus sentimientos.



El tono de locura aborda toda la película, especialmente en tres de los personajes, pero eso no hace que pierda un ápice de autenticidad ni que la película se vaya por derroteros extraños, sino que más bien al contrario, el film de Abrahamson siempre mantiene un atractivo interés, rodeado por una extraña magia de la que es dificil no sentirse atraido, con algún y acertado elemento cómico y con una estupenda banda sonora como mecanismo imprescindible para transportarnos al mundo de una banda musical que no lucha por gustar a masas y sobre todo al mundo de Frank, del que poco a poco iremos conociendo, y quizás, queriendo.

La pareja Abrahamson- Fassbender logran un excelente trabajo muy bien acompañados por una magnífica Maggie Gyllenhaall en una película que se nutre del trabajo de sus actores, incluido la química que deben lograr para que el conjunto sea creíble y perfectamente ordenado, dentro de la aparente locura que supone la grabación de un disco de música alejados de la civilización. Domhnall Gleeson por su parte también realiza un buen trabajo y sirve de punto de conexión acertado entre banda y espectador, para una más fluida relación entre ambos.
Una excelente película que bajo la aparente sencillez de la historia se esconde un magnífico homenaje a la música en su sentido más independiente y una lección de buen cine.



sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

0

Crítica - Antes del frío invierno

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjphpH8bWIMSaDeJ6SrWZ15SEcPizDOraMBqwPsINGbwp_vrNKSVciV6KCMkly6tBB3O4ABn2UO8BctOHA1vQ-TA0-X5B5v8WkpGZL7pflR4UV5S_XKQxDX-tcM4nUbt9xMb5ZAzFIn88MY/s1600/4.png


Secretos y misterios

 Dentro de la corta filmografía de Philippe Claudel,”Antes del frío invierno” sigue la línea de su ópera prima (Hace Mucho que te Quiero) y se olvida un poco del paréntesis de comedia ligera que nos dejó “Silencio de amor”. Como en su primera película, Claudel se siente cómo entorno al drama psicológico y si en aquella jugaba con los misterios del pasado y de las relaciones humanas, en esta nueva película el misterio lo deja para la época presente y las relaciones humanas se centran en un peligroso triángulo.

Como en su primer trabajo vuelve a contar con la excelente actriz Kristin Scott Thomas, aunque en esta ocasión no como protagonista principal sino como vértice incómodo de un triángulo donde aparentemente ella tiene todas las de perder. Lucie está felizmente casada con Paul un cirujano de sesenta años, pese a los resquicios que va dejando la rutina. Como muchas veces sucede, esta aparente calma se verá trastocada por una serie de acontecimientos que inlcluyen envío anónimo de flores, encuentros fortuitos y juegos peligrosos, todos ellos protagonizados por la joven y misteriosa Lou. Pese a que Paul en un principio se siente incómodo, poco a poco comienza a despertar en él un sentimiento que va más allá de lo cómun y con el cúal Philippe Claudel jugará para crear una tensión importante y rincones de emoción donde reunir grandes momentos narrativos.



El dominio de la historia es la mayor virtud de esta película. Sin apenas fisuras y con un lenguaje narrativo sencillo pero a su vez intenso consigue transformar una historia común en un acontecimiento inusual y peligroso tanto para la vida de Paul como para la propia pareja, a pesar de la valentía de Lucie en muchos momentos.

En muchos aspectos nos encontramos con el clásico cine francés que tanto gusta y que tan buenas películas ha dejado. La originalidad probablemente la encontremos en el tratamiento de los suspenses y en el misterio que se crea en torno a ellos. El trío protagonista (Kristin Scott Thomas, Elsa Zylberstein y Serge Hazanavicius realiza un estupendo trabajo para lograr que una historia compleja vaya discurriendo por terrenos llanos y de sencilla lectura hasta un final donde un choque de trenes emocional se presentará como el punto de llegada inevitable, dentro de esta fantástico viaje humano.

Una buena película donde las relaciones humanas se afrontan desde una perspectiva curiosa y donde la relación de pareja se pondrá a prueba en un entorno hostil y poco saludable.


sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

0

Crítica - Boyhood (Momentos de una vida)

Etiquetas:


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3KFajzhIkN4NRBsIQt_HFTARKu6223FEw2wzAIhehv_mQsdVsdSH9_gf5buYFf_siwZx4B7LiZ_CT7-dlTxC-NTqypaMBblQoT_bN0kC6WTm98rpR4DwXjcaTBx3lGVSpPyL_s7AaB4Ib/s1600/5.png

Magistral obra cinematográfica 

 En cierta ocasión John Lennon dijo que “La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”. Durante una maravillosa escena de esta película, uno de los personajes se cuestiona si somos nosotros los que buscamos los momentos o son los momentos los que finalmente nos encuentran a nosotros. Tanto la frase del genio musical de Liverpool como la citada del personaje de la película podrían conformar dos vasos comunicantes a través de los cuales entender la intencionalidad narrativa por la que discurre esta original y portentosa obra. Una película rodada durante doce años, en tan sólo treinta y nueve días de rodaje durante ese tiempo, y con los mismos actores protagonistas y su consecuente devenir temporal. Esto ya de por sí le confiere un estatus de singularidad a este gran proyecto cinematográfico, pero esto por sí solo no sería suficiente para hablar de lo que es sin duda una auténtica obra maestra.

Nos encontramos ante “momentos de una vida” como reza el subtítulo en castellano, de una familia que se encuentra con los padres separados (Ethan Hawke y Patricia Arquette en dos trabajos notables) y el consecuente conflicto emocional que provoca en los dos hijos, Mason (Ellar Coltrane) y Samantha (Lorelei Linklater, hija del director). El eje principal se centra en Mason, que será el personaje que empleará Richard Linklater para dar rienda suelta a todo su talento como narrador. Un Mason que con tan sólo seis años se nos presenta en la primera secuencia, observando tranquilamente el cielo, permitiéndonos advertir un carácter ecléctico y misterioso que le acompañará a lo largo de su vida.



Tras maravillar al mundo cinematográfico con la trilogía “Before” (“Antes del Amanecer”, “Antes del Atardecer”, “Antes del anochecer”) el director y guionista Richard Linklater nos presenta con estos primeros moldes, una descomunal obra, un experimento original y efectivo, que vuelve a maravillar tanto en su forma de realizarla como en el resultado de la misma, ambos aspectos irremediablemente ligados. Y esto es así, porque a pesar del riesgo que ha supuesto el rodaje de una película a lo largo de tantos años, el resultado final se ve beneficiado por una serie de aspectos que de otra forma hubiera resultado imposible lograr. Por un lado tenemos a unos personajes que han ido creciendo paralelamente a los actores. Unos actores que como personas de carne y hueso han vivido los acontecimientos habituales de cualquier persona a lo largo de una década, y que en el caso del protagonista (Ellar Coltrane) incluyen niñez y adolescencia, dos periodos particularmente complejos. Este crecimiento paralelo ha permitido enriquecer al personaje, otorgándole una innegable credibilidad y una espontánea madurez que permiten que la película mantenga siempre y en todo momento una naturalidad esencial e imprescindible. A su vez, se permite con esto, que los actores adquieran una cierta licencia de autoría, ayudando a construir un personaje que en cierta medida forma parte de cada uno de ellos y les permite adaptarlo a su manera en función de una convivencia interior con el mismo. Linklater en cualquier caso no aprovecha esta situación para jugar con estos personajes y abusar por ejemplo de los habituales flash back, (a pesar de lo tentador que ha debido suponer hacerlo), sino que muy al contrario y con un acierto sobresaliente, nos traslada en este recorrido temporal sin el uso si quiera de clarificantes fundidos negros o letreros explicativos, siendo el propio espectador a través de la propia empatía creada y del propio conocimiento de los personajes adquirido el que irá comprobando el propio paso del tiempo y el que irá “creciendo” con cada uno de ellos y por tanto con la historia general. Una historia, que sumando un nuevo acierto de Linklater, se aleja de dramatismos excesivos, tensiones artificiales y estructuras narrativas complejas, colocando el foco principal en los personajes, en la familia y en los acontecimientos más o menos habituales que suelen ir sucediendo a lo largo de la vida, logrando que la historia discurra por suaves cauces lineales donde dramatismo, tensión y estructura se presentan de forma brillante y en su preciso momento de forma transparente y natural sin necesidad de recurrir por ejemplo a ningún tipo de música sentimental para enfatizar una determinada escena (a pesar de contar con una estupenda y cuidada banda sonora). Del mismo modo que el personaje del padre le niega a su hijo poner las barreras laterales en una partida de bolos porque “la vida no tiene barreras en las que apoyarse”, esta película está desprovista también de esas “barreras” y por tanto de artificios en los que sostenerse. En este sentido, tampoco nos vamos a encontrar con complejas tramas que resolver o conflictos sentimentales alejados de la profunda realidad. Asistiremos sencillamente a un devenir natural del tiempo y sus habituales acontecimientos, ya sean o no relevantes, que en el caso de “Boyhood (Momentos de una vida)” incluirán los rituales adolescentes puramente americanos como el primer beso, la primera relación sexual, la graduación del instituto, las fiestas adolescentes, iniciación en las drogas y el alcohol, desengaño amoroso, etc, pero todo narrado de una forma sobresaliente, permitiendo un portentoso realismo dentro de un estilo en todo caso convencional pero sin ataduras ni complejos.

Aunque en “Boyhood” encontramos lugares comunes con el cine anterior de Linklater (Movida del 76, Waking Life e incluso Escuela de Rock) es evidente que es en la anteriormente citada trilogía “Before” donde encontramos una enorme confluencia de imaginarios comunes. Tanto es así que se podría hablar de un grandioso broche final a aquella trilogía o simplemente una parelela e inseparable película en torno a aquellas. Olvidándonos del recurso de la nostalgia que es inevitable en Before, y que apenas se recurre a ella en Boyhood, la obsesión de Linklater por capturar el paso del tiempo cobra el mayor protagonismo en estas cuatro películas y con él, los instantes –fugaces o no- que se arrastran a lo largo del tiempo y que construyen no sólo a los personajes sino también las relaciones personales que se crean entre ellos. Boyhood contiene también bellos planos paisajísticos y certeros planos secuencias que nos invitan a disfrutar de diálogos amenos. También encontramos similitudes en muchos aspectos en el cine de Terrence Malick, especialmente en la también magistral “El Árbol de la vida (2011)” y en ese intento de captura de la infancia, recurriendo a la memoria más abstracta y particularmente subjetiva.

En cuanto al propio experimento fílmico del rodaje a lo largo de varios años, son algunas las referencias o influencias destacables que nos podemos encontrar. En el terreno documental la serie de televisión “Seven up” de Paul Almond y Michael Apted es una de ellas. En la ficción nos encontramos con más ejemplos en forma de serie de películas que de una única película (que es lo que le confiere verdadera singularidad a la obra de Linklater). En ese terreno tenemos la serie Mick Travis de Lindsay Anderson con las películas If... (Si...), Un hombre de suerte y Britannia Hospital. En Francia tenemos el ejemplo más conocido de la mano de François Truffaut, en torno al ciclo sobre Antoine Doinel, con Jean-Pierre Léaud como protagonista y las películas Los Cuatrocientos Golpes, Antoine y Colette: el amor a los veinte años, Besos robados, Domicilio conyugal y El Amor en fuga, rodadas entre 1959 y 1979. Y en España, volviendo al terreno documental Jaime Chávarri inició con la magnífica El Desencanto lo que más tarde fue un díptico sobre la peculiar familia Panero, con la posterior película Después de tantos años, rodada casi veinte años después. En todos estos ejemplos hay un nexo en común que tiene que ver naturalmente con el mencionado paso del tiempo, pero a su vez cada autor le ha otorgado su particular visión u obsesión y ha conformado un conjunto de elementos que a la postre forman parte del universo personal del director, que sin duda alguna ha ido creciendo física e intelectualmente con los personajes, aprendiendo tanto de ellos como de los trabajos paralelos que han ido realizando a lo largo de los años, enriqueciendo en todo caso el proyecto final. En el caso de Richard Linklater, se ha tratado de un “sencillo experimento antropológico-cultural a lo largo de doce años”, lo que ha derivado en -como más le gusta llamar a él- “una película de época realizada en presente”.

Tanto en su vertiente de experimento o proyecto fílmico como en su propia particularidad como película, nos encontramos ante una auténtica obra maestra, realizada desde un movimiento fílmico independiente que el propio Linklater inició valientemente en Austin, y desprovista de todo tipo de ataduras o anclajes. Con la libertad de autor que el cineasta norteamericano necesita para derrochar todo su talento al servicio del cine. Porque Boyhood (Momentos de una vida) es, simple y llanamente, cine con mayúsculas.



sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma