Crítica de: Planet 51

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Planeta plano


Bastaría decir que la sombra de Pixar y Dreamworks es demasiado alargada, para resumir en un primer análisis y en pocas líneas esta ambiciosa comedia de animación española, que se centra en un curioso Planeta de alienígenas que se ven “invadidos” por un no menos curioso astronauta norteamericano. En este sentido, la película recrea unos idílicos años 50 transportados a otro planeta y con evidentes similitudes de la misma década en aquellos Estados Unidos. Pequeñas referencias a películas míticas de aquel país, resultan en ciertos momentos agradables y se antojan como pequeños y humildes homenajes.

Sería imposible en cualquier caso hacer una justa valoración sin considerar los dos aspectos fundamentales que sobresalen (para bien y para mal) en esta película de alienígenas.

En primer lugar, e indudablemente lo primero que aparece ante nuestros ojos es la técnica empleada. Para crear este largometraje de animación con evidente vocación internacional, se ha empleado una tecnología específica para competir al más alto nivel con los principales estudios de animación internacionales. Un intenso trabajo de siete años que tiene sus frutos en imágenes agradables, fluidas, simpáticas, entrañables pero pocas, muy pocas veces espectaculares o visualmente impactantes como se debiera esperar de ella. Es evidente que hay un enorme trabajo detrás de cada fotograma, pero el conjunto final echa en falta un paso más que hubiese conseguido resultados más soberbios. Los personajes no están mal caracterizados y pueden resultar en ocasiones interesantes, pero en una visión global adolecen de algo más de imaginación a la hora de desarrollarlos y darles vida.

El segundo aspecto, y quizás el más importante es el guión. De la mano de un peso pesado como Joe Stillman (co-guionista de Shrek y Shrek 2) lo más suave que se puede decir de él, es que resulta en todo momento decepcionante. Desde su predecible inicio, todo se mueve al compás de elementos ya conocidos, escasos giros narrativos, y una exagerada pretensión de gustar a todos de la manera menos arriesgada, lo que se traduce en un producto con muy poca valentía. Poco original en casi todos sus planteamientos, y con la sombra de Pixar (Wall-E) y Dreamworks (Shrek) planeando una y otra vez, a veces de manera casual y a veces de manera –sorprendentemente- pretendida. Cuesta creer que en siete años no se haya podido cuidar mucho más este aspecto tan esencial en el actual cine de animación, y nadie haya sido capaz de conseguir una verdadera comedia con ingeniosas secuencias divertidas. Si la intención inicial era “elaborar un guión genial”, como así se ha declarado, es evidente que estamos ante un rotundo fracaso.

A pesar del corto metraje que han decidido presentar (escasa hora y media) hay momentos donde el tedio sobrevuela peligrosamente por la atmósfera, y donde nunca se llega a alcanzar un cota digna de mención y que se impregne en el recuerdo como sucede con otras películas de estilo similar.

Por tanto, un más que aceptable desarrollo técnico que dejará buen sabor de boca en líneas generales a los amantes a este tipo de cine pero envuelto en un poco elaborado y escasamente original guión que dejará un agrio sabor de boca a los amantes de buenas historias en las que pasar un rato algo más que entretenido. Porque esto último (ligeramente entretenida) y no mucho más es lo que mejor se puede destacar de un producto que se creó con muchas ambiciones, pero que en ningún caso y a día de hoy, puede competir con los grandes pesos pesados de este género, que dicho sea de paso vive un momento muy dulce.


sergio_roma00@yahoo.es

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