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Crítica de: Paul

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Road movie extraterrenal

Dentro de lo que se suele llamar despectivamente como americanadas, esta tediosa película ocuparía sin lugar a dudas un lugar importante. Y no sólo por la falta de originalidad, que la hay, ni por el desorbitado compendio de diálogos y situaciones absurdas y predecibles, que también las hay, sino principalmente por una exacerbada acumulación de tópicos burdamente estructurados que hacen de lo que podía haber sido una interesante película, un producto rápidamente facturado y con un objetivo muy concreto.

Si el director Greg Mottola nos había resultado ligeramente divertido con aquella comedia del 2007 “Supersalidos” y nos resultó ciertamente interesante con la comedia adolescente “Advetureland” dos años después, se esperaba que con este film se diese un paso de calidad en el género y estuviésemos ante el salto si no definitivo, sí importante. Pero nada más lejos de la realidad, nos encontramos con un torpe tropiezo, de una película que aburre de principio a fin y solo encuentra cierto interés en la magnífica interpretación (vocal) de Seth Rogen y la caracterización digital del personaje principal, Paul. Un extraterrestre un tanto peculiar, que si bien sus diálogos no están a la altura del personaje, en no pocas ocasiones nos provoca toda la risa que le falta a la película en su conjunto, y adquiere cierta gracia con ese aire desinhibido y chulesco.

Y es que aparte de esto, lo único que tenemos es una road movie, que bebe torpemente de un elenco de películas del género ciencia ficción-extraterrestres, con alguna que otra vaga referencia que incluso da vergüenza reseñar, y que se alimenta de un simple guión para intentar provocar momentos divertidos basándose únicamente en el personaje extraterrestre, que como hemos dicho antes, tiene su gracia.

Y gran parte de culpa de que nos hallemos ante tal fallida comedia, la tienen unas nefastas interpretaciones a cargo de los que también son los guionistas de la película Simon Pegg y Nick Frost, y de unos secundarios tan predecibles como aburridos, y tan encasillados como ridículos.

No es ni mucho menos la comedia del verano, a pesar de que en esta época seamos más proclives a la risa fácil, y no creo que suponga una película a tener en cuenta en ningún apartado concreto, lo que sí que es seguro es que supone un punto de inflexión preocupante en un director como Mottola, que había dado muestras de poder permanecer en el género de manera más que digna.



sergio_roma00@yahoo.es

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Crítica de: La prima cosa bella

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Las bellas historias bien contadas

En muchas ocasiones la belleza ha supuesto paradójicamente una barrera infranqueable por mujeres que se querían abrir paso para mostrar su verdadero talento a base de coraje y valentía. Si nos trasladamos a la Italia de 1971 y a un pequeño pueblo, como en esta bella película, los problemas se acentúan considerablemente.

Un modesto concurso de belleza es el detonante de un conflicto matrimonial del que, como casi siempre, serán los hijos las víctimas y testigos incrédulos de los acontecimientos. Uno de estos testigos, el hijo mayor, será el que nos aporte una visión colectiva de pasado y futuro pero a través de un prisma melancólico y abiertamente equivocado, como se irá comprendiendo a lo largo de la película.

Paolo Virzi dirige esta estupenda realización italiana, narrada de un modo clásico y con la sencillez que atesora un talento a la hora de contar historias, como ya demostrase en el año 2003 con “Caterina se va Roma”. El estilo nos retrotrae a algunas magníficas composiciones de Roberto Benigni o historias de Michael Radford y la combinación de narraciones pasadas para entender diálogos y situaciones presentes se realiza de un modo perfecto para el equilibrio de una narración que si bien pareciera que en algún momento pueda decaer consigue finalmente sostenerse con verdadera solvencia a lo largo de las dos horas de film.

Un gran trabajo también de dirección de actores permite componer un amplio retrato de época pasada y presente fácilmente perceptible donde cabría destacar a la actriz protagonista Micaela Ramazzotti, y a la hermana del “narrador” ya en el año 2009, Claudia Pandolfi. Ambas reflejan una gama amplia de sentimientos y sensaciones y consiguen afianzar la idea de que la historia tiene un por qué y necesita ser liberada de algún modo.

A pesar del drama evidente en todo momento, hay un pequeño hueco para la comedia y para la sonrisa, gracias principalmente al carácter del personaje principal (Anna) que a pesar de todo por lo que tiene que pasar, mantiene un contagioso optimismo que se traduce en un marco de alegría inusitada en todo lo que la rodea.

A pesar del clasicismo, son indiscutibles ligeras señas de identidad, de manera que sin hacer mucho ruido se ha logrado una más que correcta película sobre una bella historia que sirve a Paolo Virzi como liberación y una muestra más de talento, y al espectador para volver a disfrutar del cine a la manera del cuentacuentos.


sergio_roma00@yahoo.es