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Crítica - Hércules (2014)

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El mito se acerca a lo humano

Hércules es uno de los héroes de la mitología griega más célebres, no en vano su historia está cargada de abundantes relatos mitológicos sobre su figura, como los “doce trabajos”, y ha sido protagonista de novelas, comics y por supuesto películas. Dada la magnitud de la figura, resulta destacable el interés tomado a la hora de realizar esta película en torno a la humanización de Hércules. Tanto es así que en algunos pasajes, fruto de la admiración de muchas personas, él se complace de sus hazañas pero a su vez les quita hierro y las protege de una fina capa de humanización que resulta bastante acertado para el desarrollo de la historia.

El film no se centra ni en su infancia ni en sus comienzos con sus legendarias batallas, sino en la vida de Hércules en una edad madura, y con toda la fama y aura precediéndole. En estas circunstancias, se le presenta la oportunidad de ganar una buena cantidad de oro adiestrando y combatiendo junto a un pueblo griego que precisa defenderse de un despiadado líder y su ejército que se dedica a arrasar y quemar todos los pueblos por donde pasa. Aparte de la recompensa, Hércules se ve atraído por un desinteresado pero legítimo interés de justicia, lo que le otorga mayor atractivo a su carácter.

El director estadounidense Brett Ratner arrastra ya una larga trayectoria bastante singular. Comenzó con una comedia bastante mediocre y para el solo lucimiento de la pareja Jackie Chan y Chris Tucker y rápidamente logró el éxito comercial con “Hora Punta” y sus correspondientes secuelas. Jugó con ciertos y atractivos mecanismos cinematográficos en “Family Man”, se familiarizó con Hannibal Lecter en “El Dragon rojo” y finalizó la trilogía cinematográfica "X-Men" en el año 2006. Con otra comedia en medio (Un Golpe de altura) recientemente ha participado en la controvertida película conjunta “Movie 43”. Con semejante bagaje cinematográfico, no es de extrañar la elección de Brett Ratner para dirigir este film, aunando experiencia en cine de acción y capacidad de realizar un trabajo correcto sobre un héroe mitológico.

Y lo cierto es que la propuesta funciona en su cometido más liviano. Funciona en las escenas de acción (se ha descartado el derroche sangriento por unas escenas más sencillas, igualmente impactantes y bastante ordenadas), funciona con la elección del protagonista (Dwayne Johnson combina la musculatura necesaria, discreto atractivo, irónica sonrisa necesaria en algunos casos y sobre todo auténtico aspecto varonil, bien acompañado por los personajes secundarios) y funciona en el desarrollo de una historia que si bien no busca complejos caminos, simplemente sintetiza al máximo la corta (y acertada) duración del film y narra un capítulo atractivo y en ocasiones tenso.

Por supuesto que se podría esperar mucho más, y evidentemente no estamos ante la película definitiva sobre el héroe mitológico “Hércules”, pero Brett Ratner simplemente se dedica a ofrecer lo que promete, con oficio y sin necesidad de ningún tipo de mecanismo adicional que no sea la misma épica desde un punto de vista de humanización del personaje mitológico. En este sentido resulta curioso que ni si quiera se haya optado por añadir la siempre manida historia de amor de este tipo de palículas y lo que es más sorprendente, se haya descartado por completo las escenas sexuales, dando absoluto protagonismo a la épica, la emoción, y la intensidad de la historia sin ningún tipo de paréntesis ni desvío adicional.


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Crítica - The Last diamond

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Ladrón de guante blanco

El thriller francés suele gozar de buena salud, y se nos suele presentar de vez en cuando en la cartelera alguna que otra película interesante. Es el caso, por ejemplo, de la película que nos ocupa “The Last diamond”, que sin ser un prodigio de virtudes, sí contiene algún que otro elemento que la hace ligeramente interesante para una cartelera veraniega siempre bastante irregular.

El director, actor y guionista francés Eric Barbier se dio a conocer en la dirección con la película “Le brasier” una gran producción francesa del año 1990 que cuenta el drama de los inmigrantes polacos en una mina. Posteriormente dirige “Toreros” (con Sergi López y Maribel Verdú) y “La serpiente”, ambas películas con un marcado acento thriller que vuelve a repetir en esta última película. En “La serpiente” cuenta como protagonista con Yvan Attal y en este último trabajo vuelve a contar con él demostrando su confianza en un actor que por sí mismo hace crecer la película como padre sufridor en el primer caso y como ladrón de guante blanco en este último.

Además, del buen trabajo de Yvan Attal la película cuenta con el siempre aliciente de la presencia de una de las actrices más destacadas del momento como es Bérénice Bejo (“El Pasado (2013)” “The Artist”) para formar una pareja que si bien no cuenta con una excesiva química, si consiguen por separado realizar dos papeles más que aceptables dentro del poco margen de maniobra con el que parecen contar. Y es que la historia no es excesivamente complicada: se conoce la presencia de un mítico diamante, y la película se centra tanto en la preparación del robo como en su posterior perpetración, sin olvidarse de las consecuencias ulteriores.

En este recorrido sencillo, Barbier se centrará en toda una serie de elementos necesarios para lograr un thriller convencional y atractivo, logrando un buen resultado al respecto, pero olvidándose por completo de cualquier otro tipo de elemento que pese al riesgo pudiera elevar el tono de la película, quedándose en un producto de fácil consumo y fácil también olvido. En este sentido no hay mucha diferencia con las película de Fred Cavayé, por poner un ejemplo rápido y cercano, y se reduce al puro divertimento de una película, eso sí, tratada con mucho estilo, buena dirección de actores y cuidado ritmo narrativo.

Cuando la cartelera no está excesivamente vistosa, películas como esta, para los amantes del thriller convencional, se convierten en una opción interesante.


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Crítica - Sex Tape. Algo pasa en la Nube

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¿Hacemos una porno?

Uno de los peligros de la nueva sociedad tecnológica, es sin duda alguna la falta de intimidad y los riesgos que se corre en cuenta a cuentas de correo electrónico, contraseñas, y archivos en la “nube”,etc. Si no se tienen los conocimientos adecuados, puede pasar lo que le ocurrió a esta romántica y convencional pareja americana, que tras haber vivido unos años de inicial fogosidad sexual, con la llegada de los primeros hijos, y las responsabilidades familiares, el sexo queda aparcado, y deciden cierto día, dejar a los hijos con los abuelos y… grabarse a ellos mismos practicando sexo, grabar una porno casera, sin saber que esa película podría estar sincronizándose con los ipads de sus amigos.

La premisa puede resultar algo extraña, pero el comienzo de la película nos aporta las claves para que todo vaya sucediendo de manera más o menos razonable, y es un inicio bastante prometedor de una comedia que se nutre de la originalidad que suponen las nuevas tecnologías.

La pareja Cameron Diaz y Jason Segel resulta un acierto en cuanto al tipo de comedia que se pretende mostrar pero pierde toda la opción “gamberra” que pudiera tener y que tanto acierto aporta a la comedia americana. Por un lado el personaje de Cameron Diaz, pudiera parecer sacado de la archiconocida y estupenda “Algo Pasa con Mary” con unos cuantos añitos de más. Un personaje en el que se ve como pez en el agua, y que la encasilla en exceso impidiendo saber cuáles son sus cotas como actriz. Un personaje que “Sex Tape. Algo pasa en la Nube” agradece en cuanto al formato propuesto y que se ve favorecido por su pareja Jason Segel (que también participa En el guión) logrando una química especial y adecuada.

Con estos moldes, la película se desarrolla en los convencionalismos habituales en este tipo de comedias, sin salirse ni un ápice de las líneas marcadas y resultando en este sentido algunas veces previsible y otras veces rutinaria. Dos o tres situaciones cómicas nos arrancarán alguna carcajada, y la intervención secundaria de Rob Lowe en su casa nos proporcionará quizás el mejor momento de la película, pero más allá de ello, no se podrá “rascar” mucho más de los que ya se espera de este tipo de películas.

Aparte del ya mencionado Lowe, la película cuenta con personajes secundarios habituales y reconocibles en la comedia americana contemporánea, sin que destaque ninguno especialmente ni aporte ningún valor adicional al film.

Jake Kasdan firma otra película poco arriesgada, que funciona en ciertos momentos (sobre todo al inicio) pero que poco a poco se va difuminando conforme lo que parecía que iba a ser desternillante se convierte en algo convencional y visto ya en demasiadas ocasiones.


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Crítica - Corazón de León

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Cuestión de tamaño 

Todo comienza con una llamada al móvil (o como dicen los argentinos, al celular). Ivana, una bella mujer lo ha tirado horas antes tras una discusión con su novio y al otro lado de la llamada se encuentra una curiosa persona (León) que dice tener su móvil y que le pide una cita para devolvérselo. A Ivina le atrae mucho aquella conversación y decide acceder a la petición del desconocido. Hasta aquí la película deja el listón muy alto. Cualquier que haya leído algo acerca de esta película sospechará que a la cita acudirá Ivana y se encontrará con una persona de poca estatura.

A partir de este comienzo tan sugerente, la película desarrolla las particularidades de la vida de León a causa de su metro treinta y seis y las consecuencias hacia las personas que le rodean, analizando las posibilidades reales de comenzar una relación de pareja con una persona de su estatura y los prejuicios sociales que existen en torno a ello.

Se podía haber optado por un actor enano para la realización de ese papel, pero se ha preferido el empleo de efectos especiales y la participación de toda una estrella del cine argentino como es Guillermo Francella. El resultado visual es aceptable y como personaje no cabe duda que Francella le aporta un plus de comedia y a su vez dulzura y magnetismo que la película agradece.

El problema es que tratándose de una comedia (romántica, pero al fin y al cabo comedia) no funciona apenas en este campo. A pesar de las múltiples posibilidades que ofrece un guión de estas características, el director Marcos Carnevale que también firma el guión, prefiere centrarse ampliamente en la historia romántica, dejándose llevar en este sentido por excesivos clichés demasiado previsibles, y olvidándose por completo de la complejidad que un desarrollo menos rutinario hubiese conllevado.

El resultado es que nos encontramos con una comedia “enana” que bebe de todas las fuentes comerciales posibles para satisfacer a un espectador medio y lograr un resultado muy poco ambicioso que decepciona conforme se va desarrollando la historia.

El buen trabajo de Francella se ve por tanto ensombrecido por un personaje que si bien es rico en matices, apenas tiene espacio narrativo para desarrollarlo y se mantiene “pequeño” e inestable en todo momento. Carnevale no se complica lo más mínimo con el personaje de León (el más importante sin duda, y el que se debía haber cuidado al milímetro), y su magnetismo lo logra simplemente con unas gotas de simpatía y un buen chorro de riqueza material como supuesto encanto hacia las damas, lo cual empobrece evidentemente el aspecto moral de la película.

Una comedia que no está a la altura de lo que se espera tratándose del director que firmó las estupendas “Elsa & Fred” y “Anita” hace nueve y cinco años respectivamente y que desde entonces no parece encontrar su espacio adecuado.



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Crítica - Snowpiercer (Rompenieves)

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El tren de la superviviencia

El cineasta coreano Joon-ho Bong dio a conocer su valía especialmente con la excelente película The Host. Posteriormente firmaría películas tan formidables como Tôkyô! y Mother, y ahora nos encontramos con este film de ciencia ficción que realmente merece la pena conocer.

El guión es una adaptación de novela gráfica "Le Trasperceneige", escrita por Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb y realmente resulta muy sugerente: un tren llamado Snowpiercer lleva como ocupantes a los únicos supervivientes de un desastre climático que ha dejado a la Tierra congelada. El tren realiza un recorrido continuo y se autoabastece, de manera que sus ocupantes se ven en la obligación de sobrevivir en el mismo. Como cualquier película de superviviencia, Snowpiercer (Rompenieves) se plantea varios retos, entre ellos y principalmente es la relación de los ocupantes con el resto de iguales a o de superiores. Esto provoca que nos encontremos a las puerta de una revolución de incalculables consecuencias.

Joon-ho Bong emplea elementos ya utilizados anteriormente en su cine, en cuanto a la forma de presentar la película y de desarrollarla y también juega con metáforas y ligeras reflexiones sobre el sino de la raza humana o la manera de afrontar el ser humano los problemas yacentes o los problemas evitables. En este sentido ambas cosas las realiza de una manera maravillosa. Por un lado la sensación de angustia que transmite a través de unos acertados y certeros planos logran el clima necesario para que la acción se desarrolle con la violencia medida. Por otro lado la manera de presentar a personajes y a la misma historia en sí nos hace imaginarnos un futuro no tan lejano y unas consecuencias no tan improbables. La música a cargo de Marco Beltrami y la fotografía de Kyung-Pyo Hong ayudan de manera importante a que todo fluya correctamente.

El verdadero problema de esta más que interesante película es conseguir en todo momento que el interés por la historia sea elevado. Y aquí, Bong Joon-ho no logra cotas especialmente altas, porque la historia a veces se atasca, o simplemente evoluciona por derroteros nada convincentes o se deja llevar por algún momento de comedia poco elegante y no siempre bien conjugada.

Salvando estos sutiles matices, la película funciona bastante bien, y consigue que nos adentremos en ella con relativa facilidad y con la incógnita de saber qué nos deparará el final habiendo sembrado de manera tan brillante algunos terrenos. Suspense y acción a partes iguales.



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Crítica - Mi Otro yo

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Doble identidad

Por el género de la película, y por el guión de la misma, pudiera parecer que Isabel Coixet se ha tomado un respiro en su más que respetable carrera, donde tenemos películas tan brillantes como “Cosas que nunca te dije”, “Mi vida sin mí”, “La Vida secreta de las palabras”, “Elegy”, “Mapa de los Sonidos de Tokio” o “Ayer no termina nunca” además de documentales donde destaca su compromiso y películas donde han participado conjuntamente varios directores destacados. En ninguno de sus numerosos trabajos anteriores había tocado el género del thriller, y siempre se ha preocupado por la introspección de los personajes en un género dramático que domina. En esta ocasión sigue manteniendo la esencia de autor encargándose del propio guión y desarrollando una película con la que a buen seguro habrá disfrutado. Un paréntesis en una carrera o un divertimento cinematográfico así de primeras no tiene por qué suponer en sí algo negativo, siempre que la película merezca la pena.

Coixet nos propone la historia de Fay, una adolescente que siempre ha llevado una vida casi perfecta, con unos padres que la quieren, hasta que al padre le diagnostican una enfermedad, y a partir de ahí su vida da un giro radical, apareciendo en ella una persona, una doble identidad, con su mismo aspecto y que en no pocas ocasiones se hace pasar por ella, creándola verdaderos conflictos.

La historia promete, y la primera mitad de la película resulta interesante, debido al doble juego que Coixet nos propone y al que accederemos con sumo placer dado el reto que supone. El enigma de saber quién es esa persona, saber si es real o fruto del desequilibrio mental en el que ha podido caer Fay debido a su situación personal, mantendrá un intenso pulso entre directora y espectador. El problema es que el posterior desarrollo y desenlace impide que la película siga manteniendo el mismo nivel, y decepciona tanto como el uso de clichés que nos presenta y que nos recuerda en exceso a tantas películas “terror-teen” americanas.

Se aprecian influencias (especialmente asiáticas) con resultados más que aceptables y el reparto también es sugerente, especialmente la presencia de Jonathan Rhys Meyers (Match Point) realizando un buen trabajo, dentro de lo limitado de su personaje. El desenlace del misterio y algunos giros de guión ciertamente infantiles nos impiden estar ante una película mayor y ante la oportunidad de ver a una directora con estilo manejando otros géneros con maestría.

No es el caso, y “Mi Otro yo” se queda en una entretenida película, que no destacará por su originalidad, y que gustará a quien se acerque sin excesivas exigencias relacionadas con el género.




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Crítica - Yo, Frankenstein

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La luz contra las tinieblas

Sobre el mito de Frankenstein se han realizado numerosas versiones y se han llevado al cine de manera muy diversa y no siempre con acierto. En esta ocasión Yo, Frankenstein pertenece a una serie de cómics publicados por Darkstorm Comics. Para su adaptación a la pantalla se ha contado con un director con poco recorrido en la dirección (Stuart Beattie) y un actor protagonista algo más experimentado en estas lindes Aaron Eckhart, y el co-guionista de la exitosa saga sobrenatural, Underworld (Kevin Grevioux) siendo el resultado final tan sólo aceptable. 


La historia, a pesar de contar con un personaje tan interesante, es sencilla: durante años se viene librando una dura batalla entre las gárgolas (la luz) y los demonios (las tinieblas) que podría acabar con la humanidad. En medio de esta batalla aparece la figura de Adam (criatura creada por el doctor Frankenstein) que parece tener la llave y las claves para evitar la derrota de la humanidad y también encontrar su particular mundo interior. Como no podía ser de otra forma, se incluye la propia historia de amor y la confusión interna del personaje para acabar llevándole a un pozo sin apenas fondo.
A partir de ahí, efectos especiales bastante eficaces y en ocasiones espectaculares, música gótica (Reinhold Heil y Johnny Klimek) a tono con la película y un sinfín de escenas de lucha (previo entrenamiento de los actores) que pueden resultar atractivas habida cuenta que no se abusa de ellas, y en general de nada en concreto que pudiera resultar excesivo.
Por tanto, ¿qué es lo que no termina de funcionar? Pues una historia que no tiene demasiada intensidad, poco ambiciosa y que se niega en adentrarse en terrenos más valientes en la búsqueda de argumentos más convincentes que pudieran llevar la película a cimas más elevadas.

Y es una lástima, porque moldes no le faltan a esta adaptación de comic que bebe de muchas fuentes pero se guarda algo de personalidad propia. Las interpretaciones a veces pecan de excesivamente épicas, pero en general no están del todo mal y el clima es bastante correcto, por lo que la sensación general es estar viendo una película bastante aceptable dentro del género pero que no termina de arrancar nunca en cuanto a momentos intensos y espectaculares.

Probablemente la intención es crear una saga en torno al personaje, pero con resultados como el actual, intuyo que lo van a tener complicado para atrapar al público aficionado a este tipo de cine.


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Crítica - Mil Maneras de morder el Polvo

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El lejano y divertido oeste

Hace tan solo dos años, el creador de las sitcoms animadas Padre de familia, Padre Made in USA y El show de Cleveland, Seth MacFarlane sorprendía en su debut cinematográfico con una original comedia sobre un curioso y gamberro osito de peluche en la desenfadada “Ted”. La película logró gran aceptación comercial y le ha valido al estadounidense la oportunidad de divertirse (y hacernos divertir?) con otra película que mantiene la misma esencia en un escenario completamente diferente.

En esta ocasión Seth MacFarlane que dirige, protagoniza y escribe parte del guión se traslada al lejano y conocido oeste para rodar una comedia western que partiendo de los dogmas habituales del género, les da todas las vueltas de tuerca posibles para mostrarlos a los ojos del espectador del siglo veintiuno como un lugar no tan paradisíaco ni legendario como lo han pintado en las cientos de míticas películas sobre el género. A través de los ojos del protagonista Albert, acudiremos a un sinfín de destrozos sobre el romanticismo del género que se traducirá en no pocas situaciones divertidas y originales en una comedia que se mantiene con firmeza a lo largo de las casi dos horas de duración.

En su favor encontramos la originalidad de algunas de sus propuestas, la frescura de la propia interpretación de MacFarlane, la presencia siempre sugerente de Charlize Theron y la del siempre convincente Liam Neeson, las sorpresas en algunas de las desventuras y los acertados guiños a otras películas ampliamente reconocibles y siempre agradables.
En su contra nos encontramos con un guión bastante rudimentario, con los clásicos y manidos elementos románticos y que no supone más que una excusa para explorar en gags, diálogos y situaciones buscando la complicidad del espectador de la manera más cómoda posible.

Teniendo en cuenta que “Ted”, aunque divertida, no supuso ninguna evolución en el género de la comedia, “Mil Maneras de morder el Polvo”, no resulta del todo decepcionante, y funciona en bastantes momentos sin necesidad de arriesgar demasiado. Aunque vistas ambas películas quizás se espera algo más de un cineasta que va a dar mucho que hablar en los próximos años y del que habrá que ver si continua en una línea de poco riesgo y buena aceptación, o bien decide dar un paso más y –continuando en la línea de rotura de moldes y géneros- decide aventurarse por terrenos más arriesgados y complejos.

Por lo pronto, toca simplemente reír y divertirse. Que no es poco.



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Crítica - Upstream Color

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Caminos paralelos

Nos hallamos ante una película extraña, tanto en su concepción como en su desarrollo. En ciertos momentos nos puede recordar al cine de David Lynch, y tras algunos diálogos podemos encontrar referencias a otro tipo de cineastas surrealistas, pero en líneas generales, “Upstream Color” mantiene un marcado acento personal del que no puede despegarse el autor de la película, Shane Carruth. No en vano, además de dirigirla, es el guionista, productor, actor, fotográfo, montador, compositor, director de casting, diseñador de producción y de sonido. Esto último con bastante acierto, y merecedor de un premio en el Festival de Sundance.

Resulta complicado resumir el argumento de esta película. Baste decir, que tras un robo a base de drogas del que es víctima Kris (Amy Seimetz), su vida da un giro de inesperadas consecuencias y la trayectoria de sus esquivos e imprecisos pasos la lleva hasta conocer a Jeff (Shane Carruth). Ambos parecen ir recomponiendo trozos de sus destrozadas vidas en base a una relación que se centra en el amor mutuo y en la coincidencia de sentimientos y elementos comunes en sus vidas.

A pesar de lo extraño que pueda resultar el argumento una vez se va desarrollando, y lo confuso de algunas imágenes y pasajes de la historia, un acercamiento intenso nos desvela una película de indudable calidad. Tras una historia de la que se pueden sacar múltiples conclusiones o diversas versiones para llegar a un mismo camino, se esconde una manera de hacer cine muy poderosa. Un festival de imágenes, sonidos, planos que excelentemente montado consigue un resultado realmente intenso y con amplias connotaciones destacables.

Si bien, no resulta una película fácil, ni mucho menos cómoda de seguir, lo cierto es que merece la pena profundizar en ella y lograr un acercamiento intenso de manera que se pueda disfrutar de una historia de caminos paralelos bajo una dirección potente y muy prometedora.


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Crítica - La Mujer del Quinto

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Los renglones torcidos de Tom

 Con motivo del estreno de la película “Ida”, del director polaco Pawel Pawlikowski se estrena también en nuestro país su anterior trabajo “La Mujer del Quinto” realizada en el año 2011 y que cuenta con alicientes de peso (historia, reparto, estilo) como para echar un reposado vistazo a esta película y disfrutar del trabajo un cineasta interesante. En el año 2000 destacó especialmente con la cinta “Last Resort” que le valió el premio Bafta al mejor debut británico y con posterioridad ha realizado “My Summer of Love”, “Ida” y la película que nos ocupa.

La película “La Mujer del Quinto” aborda el drama personal de Tom Ricks, que tras perder su trabajo, regresa a París para visitar a su hija y poder pasar más tiempo con ella. Por desgracia para él, no será un camino de rosas, y su turbio pasado pesará lo suficiente como para que se vea envuelto en un laberinto de difícil salida. A su vez, y de manera paralela, Tom vivirá una aventura con dos mujeres, una joven polaca camarera de un bar, y una mujer más madura (la mujer del quinto, interpretada por Kristin Scott Thomas) que guardará varios enigmas que iremos descubriendo a lo largo del film.

En esta película Pawlikowski juega a varias bandas, y todas las maneja con acierto. Nos encontramos con diversas historias aunque con pocos personajes, pero cada una de las historias esconde un interés particular y nos introduce en un interesante universo en el que Pawlikowski nos irá guiando hasta reencontrar claves y soluciones a vidas bohemias. Todo rodado con un particular estilo que conjuga la oscuridad de los planos, acorde con la oscuridad del personaje principal, y la oscuridad de los diálogos, permitiendo un avance lento pero constante de la historia, sin llegar en ningún momento a atascarse.
En un principio Tom parece una persona normal, que lucha por su ver a su hija, y que realmente se aprecia el amor que la profesa. Pero poco a poco iremos descubriendo facetas de su vida y de su personalidad que nos harán dudar de esa supuesta normalidad y de sus intenciones reales.

La Mujer del Quinto” es una película intrigante, que sin olvidar el drama nos conduce a un túnel de sentimientos y de enigmas sobre pasados tormentosos. Sin duda alguna, el reparto de la película es uno de los grandes alicientes, y no decepciona en absoluto, encontrándonos con una pareja de auténtico lujo como son Ethan Hawke y Kristin Scott Thomas en sendos trabajos realmente fascinantes y en dos interpretaciones de altura.

Todo unido conforman una película más que interesante, con sello personal de autor y con elementos de peso para acercarnos a una sala de cine aunque se trate de una película de hace tres años.


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