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Crítica de: Todo sobre mi desmadre

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Rock, drogas, alcohol y alguna risa

Sobre el mundillo que rodea a una estrella del rock y sus “desmadres”, existe todo un filón del que sacar muchísimo partido si se realiza con cierta seriedad (si se admite la paradoja tratándose de una comedia) para lograr un resultado mínimamente creíble y certero. No es nada sencillo, y comedias recientes como “Adventureland”, “Resacón en las Vegas” o “Supersalidos”, nos han devuelto la esperanza en el género de la comedia dentro del panorama contemporáneo.

En esta ocasión, el punto de partida no puede ser más simple: estrella de rock (Russell Brand) venida a menos, problemas con el alcohol y las drogas y misión casi imposible por parte de un inocente y conservador trabajador de una discográfica (Jonah Hill) que deberá recogerlo en Londres y llevarlo a realizar un concierto que pueda levantar el vuelo de la discográfica. Aún con la manifiesta simplicidad de un guión poco trabajado, la película apunta a momentos divertidos, y en ese sentido se nos muestra sincera y con mínimo riesgo.

Todo el viaje de regreso a USA nos garantiza algún momento “Animal house”, y nos permite una degustación poco pretenciosa de una comedia ligera, para no tomársela muy en serio y para salir de la sala del cine con cierta sonrisa en la boca.

Tanto Russell Brand como Jonah Hill consiguen cierta química en torno a la película y en cuanto a sus desventuras juveniles, así como la afortunada presencia de Sean Combs en un papel hecho a su medida. Pero no son evidentemente ni las más que discretas interpretaciones ni el triste y poco imaginativo guión lo que se pudiera sacar de positivo de esta película. “Todo sobre mi desmadre” nos reserva algunas piezas cómicas que sí pudieran merecer la pena, en especial la sensacional puesta en escena de una situación desternillante de su estancia en Las Vegas.

Aunque la película se presenta como sátira del mundo del rock y viene precedida del sello Judd Apatow en la producción, ni lo uno ni lo otro consiguen tener el potencial suficiente como para que estemos hablando de una comedia importante. En el primer caso, porque aun existiendo la evidente pretensión de ridiculizar todo lo que mueve el mundo de las estrellas musicales más o menos en términos generales, se queda en un flojo repaso muy superficial y aprovechando clichés demasiado gastados. En el segundo caso, porque aún sabiendo que la presencia de Apatow es sinónimo de comedia contemporánea, no lo es en ningún caso (y esta película es un claro ejemplo) de comedia con talento ni inteligente y sí con un descarado aire comercial que rodea y envuelve todo el entorno.

Como no podía ser de otra forma, este peculiar “desmadre” nos reserva las aburridas y ridículas moralinas americanas que no hacen sino bajar el tono de la comedia que en algún momento podría haber estado eleveado.

No es por tanto la comedia del año, ni mucho menos permanecerá largo tiempo de boca en boca y por ende de sala en sala, pero es en todo caso una opción nada desdeñable de pasar un rato entretenido, ligeramente divertido y con la sana costumbre de “marcarse unas risas”, que aunque pocas, las hay.


sergio_roma00@yahoo.es

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Crítica de: El silencio de Lorna

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La Europa de los olvidados

La aparición de una nueva película de los hermanos Dardenne siempre es un motivo de celebración, y a fe que se lo han ganado a pulso. Películas como “Rosetta” y “El Hijo” y sobre todo “El Niño” se han confirmado como todo un ejemplo de verdadero cine social desde una perspectiva dinámica, reflexiva y con un marcado tono de denuncia que hacen de las películas de estos cineastas un acontecimiento casi imprescindible para conocer la realidad social del mundo contemporáneo, al menos en el rincón desde el cuál proyectan sus inquietudes, que es igual de brillante como el que pudiera ser el de Ken Loach o Andra Arnold, pero desde una perspectiva diferente.

“El Silencio de Lorna” mantiene este pulso social, y además esta vez se envuelve de cierto halo de misterio que lo hace aún más interesante. A pesar de que es fácil vislumbrar la relación que pueda existir entre la pareja protagonista, no cabe duda que el hecho de que todo se vaya mostrando con cuentagotas lo hace aún más interesante, y permite un visionado muy personal y siempre en un continuo estado de inmediatez narrativa.

En este caso son los problemas con la inmigración, las nacionalidades y las mafias que generan el foco en el que los hermanos Dardenne centran su atención, provistos siempre de una especial sensibilidad para afrontar el lado femenino y casi siempre el más perjudicado y controvertido. Pero Lorna, interpretado con acierto por la desconocida Arta Dobroshi, es testigo silencioso de todo lo que ocurre y arde en deseos de acabar con un silencio que poco a poco la va destruyendo y que además con el devenir de los acontecimientos la atormentará hasta límites incalculables.

La cámara se convierte en un testigo silencioso pero inevitablemente curioso, y sobre todo partícipe de un sufrimiento que irá en aumento a lo largo de toda la película, que si bien mantiene una más que aceptable intensidad narrativa y emocional, bien es cierto que en su tramo final pareciera que llega falta de fuelle o de ideas para concluir una historia sumamente interesante y con un tono elevado, conciso y prudente, evitando tentaciones dramáticas que hubieran estropeado el clima perfectamente creado.

Estamos por tanto ante una película que contiene todo lo necesario para mantener un prudencial interés sin apenas sobresaltos, y conseguir una plena satisfacción en quién busca algo más que una película ligera de verano.

Los hermanos Dardenne vuelven a dar en la diana, apuntando con muchísimo cuidado y con un oficio que aumenta en cada película y les convierte en unos directores a tener siempre en cuenta y a no pasar por alto ni una sola de sus películas.



sergio_roma00@yahoo.es

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Crítica de: Sunshine Cleaning

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Limpieza en seco

Cuando una película aparece disfrazada de independiente y poco a poco se va desmontando esta premisa en beneficio de una convencionalidad de lo más recurrente, produce una sensación de profunda decepción y se acaba por poner en duda lo que las apariencias nos venden en un primer momento y que se va demostrando que hay que tomar con cautela.

“Sunshine cleaning” viene con la estela del prestigioso “Sundance” para recordarnos que no estamos ante una comedia o drama típica del género, pero salvo cierta originalidad en cuanto al argumento inicial, nada que ver con recientes películas como “Fish Tank” o “El Silencio de Lorna” de Andrea Arnold y los hermanos Dardenne respectivamente por poner algún ejemplo significativo.

La pareja de hermanas que lucha por sobrevivir a la dureza del mercado laboral y de paso a la crisis de las relaciones sociales y sentimentales se ve envuelta en un guión que si bien en un principio resulta atractivo, con el paso –lento- del metraje se va volviendo anodino, carente de ningún tipo de gancho y con la mala dirección de quién intenta provocar un mínimo de interés sin conseguir ningún resultado óptimo prácticamente en ningún momento. Todo va ocurriendo sin que en apariencia suceda nada significativo lo que provoca un ritmo lento, y una constatación de que efectivamente lo que sucede apenas inquieta y lo que pretende inquietar apenas lo consigue salvo algún que otro momento muy concreto.

Lo malo es que se han desperdiciado dos más que dignas interpretaciones tanto de Amy Adams como de Emily Blunt que asumen dos personajes que aún careciendo de la intensidad necesaria logran sumirlos en un desconcierto y ligero tono dramático que adquiere cierto interés y deja un buen sabor en base a dos trabajos bien realizados y con la necesaria solidez, que bien pudieran haberse aprovechado para trasladar un argumento centrado en ellas hacia derroteros menos convencionales.

Película que combina largos bostezos con algún que otro momento atractivo pero que en definitiva nos deja la extraña sensación de haberse hecho de un guión prometedor una verdadera limpieza en seco.



sergio_roma00@yahoo.es