Cruce de personas, sufrimientos, y un nexo en común
Con “Babel”, el director mexicano
Alejandro González Iñárritu cierra lo que se ha dado en llamar la Trilogía de lo Humano, y la cierra de una manera ciertamente brillante. Al igual que en sus dos películas anteriores “Amores perros” y “21 gramos”, esta película comparte el mismo sistema de narración, es decir enlazando historias que aparentemente no tienen nada en común pero que a lo largo de la proyección se encuentran uno o varios puntos coincidentes. En esta ocasión tenemos cuatro historias: por un lado una familia humilde marroquí que vive en su aldea alejada del mundo. Por otro lado, unos turistas americanos que deciden desconectar de su mundo occidental a través de un viaje a Marruecos. En tercer lugar los hijos de esta misma familia se ven salpicados en una historia al más puro estilo mexicano de “Amores perros” por culpa (no intencionada) de su cuidadora. Por último y aparentemente la historia más alejada de las otras dos tenemos a una familia (padre e hija) intentando superar la repentina muerte de la madre.
Con este cocktail (nada molotov) el director nos invita a
un viaje por nuestro mundo real, por distintas civilizaciones y pensamientos. Un viaje a las necesidades, al sufrimiento, y sobre todo a la desesperación. En este viaje iremos acompañados por la fabulosa música de
Gustavo Santaolalla (repite también en la trilogía) y guiados por la excitante narración de
Guillermo Arriaga (guionista habitual también del director). No se trata en cualquier caso de un viaje hacia lo desconocido, puesto que los sentimientos expresados y las emociones son universalmente conocidas. Pero sí se podría decir que es un viaje hacia lo que nunca nos paramos a observar, hacia todo eso que está ahí, y no alcanzamos a ver. En ese sentido, no puede ser más apropiado el título (Babel) de la película para expresar de manera muy sui generis en qué se ha convertido el mundo, y sobre todo la diferentes mentalidades y modos de vida entre unas civilizaciones y otras.
La narración es ágil, entretenida, y con ese punto de presunto desorden que hace que se entremezclen sentimientos, confidencias y estados de ánimo.
Si hay una palabra que pueda definir de manera común lo que sienten los personajes, esa es “desesperación”. Todos y cada uno de ellos la sienten en su momento, en mayor o menor medida, y tan sólo unos pocos privilegiados podrán evadirla por momentos, o quizás para siempre. No podemos dejar de destacar las brillantes interpretaciones de Brad Pitt, Cate Blanchett, Adriana Barraza y Rinko Kikuchi, algunas de ellas premiadas en diferentes festivales de cine.
Un mundo sin entendimiento es un mundo condenado al ostracismo, a la soledad de sus habitantes y presumiblemente a la creación de una simbólica torre de Babel, donde cada persona hable a gritos y pocos consigan llegar al fondo último del deseo humano.
sergio_roma00@yahoo.es
------------------------------------------------------------------------
Valora esta crítica en Filmaffinity
Foro de la película
Destripe de la película