Crítica de: El Lobo de Wall Street

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El casino de Wall Street

Muy entretenida, fascinante por momentos, pero…decepcionante. La manera de dirigir de Martin Scorsese en todas sus películas es explosiva, diferente a cualquier otra en el cine, y casi siempre ha sido sorprendente. Cuesta encontrar una mala película en su filmografía, y esta última no es una excepción, es una buena película, pero…decepcionante.

La película está basada en las memorias de Jordan Belfort, un corredor de bolsa de Nueva York sin muchos escrúpulos, y con una vida desenfadada, por decirlo suavemente. Comenzando desde abajo, irá subiendo escalones a base de ambición, buenos consejos y mucho talento para el mundo de las finanzas, hasta convertir su vida en un quimera al alcance de muy pocos. Pero todo lo que sube rápidamente puede bajar con la misma velocidad, y el FBI tiene sus ojos puestos en su empresa desde que comenzó a destacar…



El guión es de Terence Winter, guionista de películas como “La Ley de Brooklyn” pero más conocido por ser el creador de la serie de TV “Boardwalk Empire”, además de escritor y productor de la serie “Los Soprano”. La música corre a cargo de Howard Shore, que ya ha trabajado con Scorsese en películas anteriores como "La Invención de Hugo" o "Infiltrados" y la fotografía la firma el mexicano Rodrigo Prieto (“Argo”, “Los Abrazos Rotos” y curiosamente “Wall Street. El dinero nunca duerme”). Con estos moldes y la mano maestra de Scorsese es difícil que no salga una buena película. En el plano interpretativo se ha rodeado de buenos secundarios que cumplen perfectamente su papel, especialmente Jonah Hill y Matthew McConaughey aunque este último con un papel tristemente corto.

El problema comienza con la elección del actor protagonista. Leonardo DiCaprio nunca ha sido un gran actor. Queda bien en pantalla, gusta a la industria, y es el elegido de directores tan importantes como James Cameron, Danny Boyle, Steven Spielberg, Edward Zwick, Ridley Scott, Sam Mendes, Christopher Nolan, Clint Eastwood o Baz Luhrmann, y de un tiempo a esta parte el favorito de Martin Scorsese, pero su mejor trabajo sea probablemente el reciente personaje de Calvin Candie en “Django Desencadenado” de Quentin Tarantino. En muchos de los papeles protagonistas de los directores citados cumple correctamente. En otros, directamente no encaja; esa cara y facciones de eterno adolescente no pueden funcionar para personajes como J. Edgar Hoover en “J. Edgar” o Billy Costigan en “Infiltrados”, salvo que se realice un trabajo soberbio al estilo de Robert De Niro (en sus primeros trabajos) o de Javier Bardem. Y no es el caso. Ocurre con el personaje de Jordan Belfort, que pese a ser un personaje sumamente interesante no está muy bien aprovechado, y uno se queda con la duda de saber qué hubiese hecho el mismo Matthew McConaughey con este mismo personaje de Jordan Belfort.

Al margen de esto, nos encontramos con demasiadas similitudes al propio cine de Scorsese, y en especial a la película “Casino”: si trasladamos Las Vegas a Nueva York, nos daremos de frente con el mismo personaje ambicioso y triunfador, rodeado de secundarios en principio mediocres y más tarde venidos a más, aunque siempre excéntricos que giran de manera incondicional en torno al protagonista. Y una mujer explosiva e inteligente por la que perder los huesos y la cartera, siempre con el dólar como bálsamo principal para todos los problemas. Como las comparaciones, aunque sea con el mismo director, siempre son odiosas, baste decir que ni Robert De Niro, Sharon Stone, Joe Pesci o James Woods son lo mismo que Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Jean Dujardin o Margot Robbie, y que la posible capacidad de sorpresa e impacto queda atenuada de una a otra en cuanto se van haciendo las correspondientes asociaciones.

Dicho lo cual, “The Wolf of Wall Street” no deja de ser una película fascinante, que es capaz de mantener al espectador durante tres horas en una diversión y entretenimiento elevados y que utilizando varios elementos de la comedia, consigue en algunos momentos trasladar toda la tensión acumulada a situaciones realmente divertidas y particularmente frívolas, logrando siempre una química con el espectador digna de tener en cuenta y permitiéndole disfrutar desde la distancia, de los excesos salvajes que en la vida normal no son corrientes ni posibles.

Narrada de manera particular, voz en off e incluso contactos frente a frente con la cámara de Di Caprio, la película se mueve en el particular y siempre excitante estilo de Scorsese entre el mundo de las drogas, el sexo y el dinero. Tres elementos adictivos e inseparables que irán formando un cocktail explosivo del que ninguno de los personajes logrará (ni querrá) escapar, y que aparentemente da la sensación de poder explotar en algún momento en el lugar y bajo la circunstancia más inesperada.

Un mundo en el que Scorsese se mueve como pez en el agua. Disfruta y hace disfrutar al espectador, y siempre mantiene un alto nivel en la dirección, en las imágenes y en el estilo narrativo, aunque alguno, vista su filmografía, no pueda evitar cierta sensación de decepción.



sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

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