Crítica de: La gran estafa americana

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Estafa como puedas

El inicio de la película nos sitúa en uno de los puntos culminantes de la trama sin saber aún qué está pasando, para posteriormente, resituarnos al inicio de todo y poder ir atando cabos, sin excesivas dificultades. Y el inicio de todo es el origen y desarrollo de toda una serie de personajes singulares e incluso esperpénticos dentro de una historia que juega a ser seria pero que directamente se ríe de sí misma, resultando en un momento dado que la trama va poco a poco careciendo de interés, -siendo muy sencilla- y lo que verdaderamente interesa son los personajes que David O. Russell se ha encargado de elaborar para divertimento del espectador, y de los que uno quieres saber mucho más.





Por tanto, es en este punto, el de los personajes, donde más se debe incidir para comentar adecuadamente esta película. Y es aquí precisamente donde encontramos lo mejor de esta comedia, comenzando por Christian Bale. Fantástico en su interpretación de Irving Rosenfeld, un aparente timador de poca monta, con una peculiar personalidad y un físico realmente esperpéntico. No resulta creíble que este personaje sea tomado en serio por políticos, policías o mafiosos, y la película no se esfuerza en absoluto en lograrlo, pero Bale consigue que nos olvidemos de todo esto y nos centremos en el puro divertimento que supone su presencia a lo largo de todo el film y el magnetismo que consigue lograr a lo largo y ancho de cada escena. Además se le otorga cierto gancho para las mujeres, lo que le hace ser el epicentro de un interesante duelo entre dos féminas. La primera, su esposa Rosalyn (Jennifer Lawrence) se presenta como frívola, con pocas luces, pero divertida, en contraste con Sydney (Amy Adams), inteligente, audaz persuasiva. Irving sentirá una profunda atracción por Sydney, lo que provocará un auténtico volcán en este trío de personajes, donde los tres brillan con especial acierto y gracia. Para cerrar el cuarteto tenemos a un divertido Bradley Cooper, como policía también excéntrico, de vida personal extraña y de ambiciones profesionales sin límites para desgracia de su superior. Todos están estupendos, logrando un adecuado clima cómico. Por último, Jeremy Renner, Louis C.K., Michael Peña, Jack Huston, Alessandro Nivola, Shea Whigham, Paul Herman, Elisabeth Röhm, e incluso Robert De Niro conformarán toda una serie de curiosos secundarios que lograrán lo que se pretende, que nos hallemos ante una divertida película de personajes, casi como si de un cómic de humor se tratase.

Porque el resto es algo más vacío. La propia historia hace aguas, precisamente porque se diluye en un mar de pretendida intrascendencia. Poco o nada se puede tomar muy en serio de ella porque realmente importa muy poco para el objetivo que se quiere lograr, pero lo cierto es que esto impide que, aunque estemos ante una comedia, nos permita reconocer una película de algo más de empaque.

La selección de los temas musicales es acertadísima, y permiten continuar con el tono singular del film. David O. Russell a su vez cuida ciertos detalles para evitar que la película se desvíe por recorridos extraños, pero lo cierto es que el resultado final deja una sensación de poca contundencia fílmica y se mueve o remueve en terrenos más cercanos al entretenimiento ligero que a una esperada solidez que pudiese conformar con más rotundidad el pretendido homenaje a las películas de mafias, estafas, etc.





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