Crítica de: Los limoneros

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Acido retrato de una complicada convivencia

Como casi todas las películas que afrontan o intentan afrontar un proyecto cinematográfico acerca de un conflicto de gran envergadura, “Los limoneros” pretende encontrar un camino donde poder llegar a un entendimiento más o menos objetivo del problema que trata y de las consecuencias que genera.
Aunque la película gira en torno al conflicto israelí-palestino, la historia se centra en un caso anecdótico concreto, de poca repercusión internacional –a priori- pero de gran trascendencia para los afectados, como es la expropiación o no de una plantación de limoneros en una zona de alta seguridad para un ministro israelí. Ello dará paso a toda una serie de consecuencias que, con el telón de fondo de los complicados entresijos políticos y administrativos de la zona, serán de relativa importancia para adentrarnos en un modo de vida poco conocido y en una convivencia ardua y compleja.

Aunque el novel realizador Eran Riklis prescinde de una excesiva carga de profundidad a la hora de mostrar la vida en Jerusalen, ello no le resta importancia a su carácter político y sobre todo social que la película conlleva y cada caso anecdótico sirve para resaltar algún aspecto concreto de una vida que no por ser cotidiana adquiere valores importantes. Riklis ejerce su particular crítica tanto de la supremacía de Israel en algunos aspectos y la consecuente humillación al pueblo palestino, como del pensamiento musulmán y su fuerte presión hacia la mujer. Lo primero lo logra a través de todo un entramado policial y militar, además de judicial, y de los personajes del Ministro (Doron Tavory) y su nada indiferente mujer (Rona Lipaz-Michael) en un papel realmente bueno que plasma la perplejidad y asombro que cualquiera puede sentir hacia la sinrazón y la injusticia. Lo segundo lo consigue a través de la hábil maniobra de hilvanar una relación de amor entre el abogado (Ali Suliman) y la protagonista de la historia, una conmovedora Hiam Abass, (la que más experiencia aportaba en el cine y la que consigue sobrellevar todo el peso de la película con una naturalidad y maestría sorprendentes), enfocando de esta forma la atención hacia el trato que la mujer musulmana recibe por parte de su propio pueblo y la poca capacidad de decisión que tiene en cuestiones tan humanas como el amor.
A su vez, Riklis aprovecha para poner en tela de juicio el papel de los medios de comunicación y sobre todo el poder que contienen, capaces de influir en decisiones y en ámbitos tan importantes como la justicia.

Las imágenes son por lo general frías, sobrias, en un intento por mostrar la realidad con la intensidad suficiente para provocar el efectismo necesario, que pueda reflejar una situación que sin ser real pudiera haber sucedido perfectamente, o simplemente puede suceder en un futuro.
“Los limoneros”, viaja humildemente tras la estela de grandes films como “Paradise Now” o el documental “Promises “ sin perder en ningún momento el norte. Sin la grandeza sin embargo de aquellas pero con corrección y encanto, adquiriendo en cada tramo más y más autenticidad, hasta convertirse en una ventana desde la que observar un mundo que no por ser un tanto lejano y desconocido en muchas ocasiones, deja de tener trascendencia en un plano tanto político como social.


sergio_roma00@yahoo.es

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