Crítica de: Ismael

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Segundas oportunidades

Que la vida en ocasiones nos brinda segundas oportunidades es algo a lo que solemos estar acostumbrados en el devenir de la misma. Los errores del pasado, las malas o desafortunadas decisiones y sobre todo esa sensación de no poder echar marcha atrás y de sentir que cierta decisión nos va a costar el arrepentimiento eterno suele estar muy presente en mayor o menor medida en nuestras relaciones con los demás. El director argentino Marcelo Piñeyro se acerca a este tema de manera muy honrada, sensible y en líneas generales acertada y lo hace con la solvencia del buen contador de historia, sin renunciar a los pasajes sentimentales pero sin abusar de ellos.

Ismael es un niño de diez años que realiza un viaje por su cuenta de Madrid a Barcelona para conocer a su padre biológico (Félix). Tan sólo tiene una dirección por lo que se presenta en la casa donde cree que vive, dando una sorpresa a su madre (Nora). Esto evidentemente traerá consecuencias, pero sobre todo servirá para ponernos en bandeja unos personajes muy bien estructurados en una situación muy compleja y extraña, hasta el punto de ver a personajes secundarios como el padre de adopción de Ismael (Luis) teniendo un papel fundamental en la historia y una importancia indudable y al amigo de Félix (Jordi) aportando las dosis necesarias de humor que esta historia necesita.

Para contar este cuento de añoranzas Piñeyro, que siempre se ha alejado de proyectos sencillos, (películas como “Caballos Salvajes”, “Plata Quemada”, e incluso “El Método” contienen ciertas dosis de riesgo y aventura) ha contado con actores de la talla como Belén Rueda, Juan Diego Botto y Sergi López, todos cumpliendo con nota en sus respectivos papeles, y ha optado por darle el papel principal a un Mario Casas que no parece estar a la altura de un papel tan complicado. Ella Kweku como la madre de Ismael tampoco comunica lo suficiente lo cual hace que cuando se reúnen todos en un cocktail interpretativo que podría ser sumamente interesante, se quede cojo en cuanto a la potencia de algunos personajes y nos privemos de un espectáculo casi teatral que hubiese sido muy sugerente. El niño Larsson do Amaral por su parte cumple a la perfección proporcionando esa dosis de ternura y espontaneidad que tanto beneficia a la historia.

El guión corre a cargo de Verónica Fernández, Marcelo Figueras y el propio Marcelo Piñeyro en un relato que como decía al comienzo no puede (ni debe) alejarse del lado más sentimental de la historia, pero sin abusar en excesos dramáticos y mostrando una realidad y una circunstancia temporal en la vida en la que muchos nos podemos sentir identificados: las segundas oportunidades y la posibilidad de rectificar un error.


sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

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