Crítica - Mi Otro yo

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Doble identidad

Por el género de la película, y por el guión de la misma, pudiera parecer que Isabel Coixet se ha tomado un respiro en su más que respetable carrera, donde tenemos películas tan brillantes como “Cosas que nunca te dije”, “Mi vida sin mí”, “La Vida secreta de las palabras”, “Elegy”, “Mapa de los Sonidos de Tokio” o “Ayer no termina nunca” además de documentales donde destaca su compromiso y películas donde han participado conjuntamente varios directores destacados. En ninguno de sus numerosos trabajos anteriores había tocado el género del thriller, y siempre se ha preocupado por la introspección de los personajes en un género dramático que domina. En esta ocasión sigue manteniendo la esencia de autor encargándose del propio guión y desarrollando una película con la que a buen seguro habrá disfrutado. Un paréntesis en una carrera o un divertimento cinematográfico así de primeras no tiene por qué suponer en sí algo negativo, siempre que la película merezca la pena.

Coixet nos propone la historia de Fay, una adolescente que siempre ha llevado una vida casi perfecta, con unos padres que la quieren, hasta que al padre le diagnostican una enfermedad, y a partir de ahí su vida da un giro radical, apareciendo en ella una persona, una doble identidad, con su mismo aspecto y que en no pocas ocasiones se hace pasar por ella, creándola verdaderos conflictos.

La historia promete, y la primera mitad de la película resulta interesante, debido al doble juego que Coixet nos propone y al que accederemos con sumo placer dado el reto que supone. El enigma de saber quién es esa persona, saber si es real o fruto del desequilibrio mental en el que ha podido caer Fay debido a su situación personal, mantendrá un intenso pulso entre directora y espectador. El problema es que el posterior desarrollo y desenlace impide que la película siga manteniendo el mismo nivel, y decepciona tanto como el uso de clichés que nos presenta y que nos recuerda en exceso a tantas películas “terror-teen” americanas.

Se aprecian influencias (especialmente asiáticas) con resultados más que aceptables y el reparto también es sugerente, especialmente la presencia de Jonathan Rhys Meyers (Match Point) realizando un buen trabajo, dentro de lo limitado de su personaje. El desenlace del misterio y algunos giros de guión ciertamente infantiles nos impiden estar ante una película mayor y ante la oportunidad de ver a una directora con estilo manejando otros géneros con maestría.

No es el caso, y “Mi Otro yo” se queda en una entretenida película, que no destacará por su originalidad, y que gustará a quien se acerque sin excesivas exigencias relacionadas con el género.




sergio_roma00@yahoo.es
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