Crítica de: El niño con el pijama de rayas

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Pijamas para gente sin sueños


En muy pocas ocasiones se puede afirmar que una película supera a su libro homónimo, pero en este caso así ocurre; eso sí, por los pelos. Y es que no lo tenía excesivamente difícil el discreto director Mark Herman (al que el proyecto pudiera haberle quedado demasiado grande), ya que la novela –un auténtico best seller- de John Boyne no se trata pese al gran número de ventas, de una gran obra. Es un libro juvenil, y por ende una literatura enfocada a un lector adolescente, sin apenas recursos narrativos ni elementos sustanciales de los que hacen grande a la literatura. Eso sí, la historia es como poco original en un terreno donde hay poco margen para ello, y la adaptación al cine ha suscitado por tanto cierta expectación.

La novela y película tratan principalmente sobre el Holocausto, pero de una manera bastante original; desde la perspectiva de un niño (Bruno) que no entiende por qué sus vecinos pasean noche y día con un pijama a rayas. El relato gana en intensidad conforme Bruno contacta amistosamente con un niño judío (Shmuel) al otro lado de la alambrada.
Mark Herman ha contado con la inestimable ayuda del propio escritor para desarrollar el guión de esta película, y de este modo el resultado final ha sido una muy fiel adaptación de la novela, con tan sólo un par de elementos diferentes en cuanto al personaje de la madre de Bruno, interpretado por Vera Farmiga, y un ligero cambio al final que sin duda enriquece la historia. Es el personaje de Vera Farmiga –en un trabajo fascinante- el que posiblemente adquiera mayor interés en la medida en que la madre de Bruno va conociendo poco a poco los horrores del Holocausto y en su negativa a participar (de manera siempre muy indirecta) en dicho panorama, lo que se traducirá en una lucha consigo misma, su marido y su intención de proporcionar una digna y humanitaria educación a sus hijos, en lo que se convertirá en una insostenible situación moral. Su buena interpretación permitirá una perfecta complicidad con un espectador atónito ante un horror semejante.

En torno al Holocausto, las magistrales “La lista de Schindler” de Steven Spielberg y “El pianista” de Roman Polanski están muy por encima de esta cinta, en cuanto a la profundidad de personajes y tema y en cuanto a la consecución de atmósferas más acordes con la terrible situación de aquella época.
“El niño con el pijama de rayas” es una interesante y sensible fábula que gusta, entretiene pero no consigue transmitir en toda su amplitud la carga dramática e histórica que esa época conlleva. Aún así tanto director como escritor aprueban con buena nota en un más que aceptable trabajo, por el que nunca olvidaremos la terrible paradoja que puede suponer portar un pijama por quién ha perdido ya la posibilidad de soñar…

sergio_roma00@yahoo.es

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