Crítica de: Appaloosa

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Imponer la justicia es asunto de Virgil Cole


Como todas las cosas o personas que disfrutan de una segunda juventud, el western renace de sus cenizas con improvisado impulso, y en este caso un discreto sabor a tierra mojada y pólvora caliente, que sin llegar a niveles de maestría como “La diligencia”, “Río Rojo” o “Centauros del desierto”, sí nos proporciona elementos de diversión, elegancia narrativa y un aroma nostálgico de aquellos duelos donde la mirada cobraba el mismo valor que la velocidad de una bala.

Si Clint Eastwood nos devolvía la esperanza en aquella magnífica “Sin perdón”, las dos últimas que han llegado a nuestra cartelera “El tren de las tres y diez” y la reciente “Appaloosa” nos vuelven a enamorar con un género típicamente americano, pero universalmente reconocible. Hay clásicos en los que la etiqueta “western” les impide apreciar numerosas virtudes que esconde la película y que la convierten en obra maestra. En el film que nos ocupa, “western” define perfectamente la entretenida historia que nos propone Ed Harris nuevamente tras la cámara después de su exitosa “Pollock” y como protagonista junto a un Vigo Mortensen -varios años- en estado de gracia.

Al igual que en “El tren de las tres y diez”, nuevamente es la pareja de protagonistas la que llevan todo el peso de la película, con su buen hacer, con escuetos pero eficaces diálogos y con una presencia en pantalla que invita a una relajada y reflexiva observación intencionada con el lejano oeste como telón de fondo inconfundible.
La siempre “bridget jonsniana” (que difícil es a veces separarla de aquel papel) Renee Zellweger aporta un gramo justo refrescante a la vez que algún que otro toque cómico, al igual que nuestra siempre guapísima Ariadna Gil seducida por el bueno de la película en un discreto pero aceptable papel de Katie. Como no podía ser de otra forma, el papel de villano sobrevuela al raso en una narración lenta pero eficaz, y de la mano de un experimentado Jeremy Irons como colofón a un reparto de peso y con la categoría suficiente para equilibrar el poco argumento que subyace sobre toda la historia.

Pese a que todo encierra elementos ampliamente conocidos y situaciones mil veces vistas, la manera de narrarlas, las interpretaciones y los diálogos permiten que la película mantenga un vigoroso ritmo y una cierta originalidad que nos impide acudir -al menos inmediatamente- a referencias cercanas (en el género, no en el tiempo) y centrarnos en el pueblo Appaloosa y su destino final en un duelo entre el bien y el mal, la justicia y la ilegalidad, y sobre todo el mantenimiento –a velocidad de bala- del honor.

No es probablemente el western de la década, pero sí nos encontramos ante una interesante y valiente propuesta de un director que pese a la poca experiencia tras las cámaras, sabe perfectamente lo que quiere, y está llamado a ser uno de los cineastas que transformen el lenguaje vulgar en un ejercicio de estilo y elegancia a la altura de pocos e intrépidos vaqueros.

Para ser el más rápido, e imponerse en un mundo de villanos, hay que poseer el mejor arma, y aliarse con los mejores escuderos.


sergio_roma00@yahoo.es





2 Cine-Comentarios:

  1. Azzul dijo...:

    Hola Sergio, sólo pasé saludando, me alegra mucho que haya tanta actividad por estos lados, me pasaré mas seguido a saludar y a conversar de nuestra pasión.
    Un abrazo

  1. Anónimo dijo...:

    Buff, un poco lenta (falta accion) y el tempo no esta bien cronometrado. Sin contar con q el final está superdescolgado.

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