Crítica de: El erizo

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Mundos interiores por descubrir

Realizar una película basada en un libro, y especialmente en un best seller, tiene una ventaja fundamental, y es la garantía de una promoción gratuita debido al conocimiento y gran aceptación de ese libro, y por ende garantía de un mínimo de espectadores iniciales curiosos por conocer dicha adaptación. Pero como no podía ser de otra forma, tiene también el inconveniente de la inevitable- y en ocasiones injusta- comparación con la obra literaria. En los últimos años hay en este sentido dos casos muy significativos, y con dispar éxito: “El código Da Vinci” y “Millennium I: Los hombres que no amaban a las mujeres”. La primera se trató de una nefasta adaptación y la segunda de una más aceptable y digna. En cualquier caso, casi siempre sale perdiendo la película a favor del libro, aunque sin óbice del éxito taquillero que se consigue, que a fin de cuentas es lo que en la mayor de las ocasiones se persigue.

“La elegancia del erizo” de Muriel Barbery supuso un éxito editorial con pocos precedentes debido a la especialidad del mismo y que se podría analizar desde diferentes perspectivas para poder entenderlo, aunque cabría destacar que básicamente la empatía general con los personajes principales es probablemente el secreto de su éxito. La directora Mona Achache debuta en la dirección de una manera más que aceptable con esta adaptación y en cierta medida respetando una de las claves del libro: la particularidad de sus personajes. Una niña de once años con elevada capacidad intelectual pese a su corta edad, y una portera de la misma comunidad con inquietudes culturales secretas convergen en un determinado momento para construir un espacio privado, trascendente y sobre todo muy personal. Aunque la novela está narrada en dos voces, Achache se centra en la voz de la niña, que a través de una cámara de video doméstica irá conformando lo que a priori parece ser un destino inevitable: su propio suicidio.

Cumpliendo con la premisa básica de entretenimiento y abordando mundos interiores paralelos aunque distantes Achache confecciona un particularísimo espacio cinematográfico que, respetando el espíritu principal de la novela intenta ir un paso más sin llegar nunca a conseguirlo. Se llega por momentos a vislumbrar cierto clima mágico que nos pudiera recordar en algún momento a la estupenda “Amelie” y que sin duda favorece el desarrollo natural de la historia que camina con paso firme, sin apenas concesiones y con un marcado tono de comedia ligeramente dramática. Las dos interpretaciones de los dos personajes principales cumplen a la perfección con lo demandado, pero es sin duda el trabajo de Josiane Balasko (alternando actalmente dirección -"La clienta"- con interpretación) lo que consigue que la película tenga una significación especial y contenga ingredientes sumamente interesantes.

Amable, sencilla y aparentemente humilde, “El erizo” se presenta sin apenas etiquetas, sin excesivas pretensiones, y con la intención de dejar buen sabor de boca a quienes se acerquen por primera vez a la interesante historia, y conseguir complacer y no decepcionar a los que ya disfrutaron previamente con la novela.

Tal y como se puede leer en Ana Karenina, de Leon Tolstoi y que guarda bastante relación con el espíritu de esta divertida historia: “Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz es infeliz a su manera”.


sergio_roma00@yahoo.es

2 Cine-Comentarios:

  1. Elvira dijo...:

    Tengo muchas ganas de ver esta película, y más aún después de leer este artículo. Aunque antes leeré el libro
    ¡Gracias!

    www.partigi.com

  1. carlos dijo...:

    es un pelín repelente, pero se deja ver

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