Crítica de: La bendición de la tierra

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Oda natural y auténtica

Que en plena era digital, donde el cine se encuentra en continua experimentación y donde la tercera dimensión entra en las pantallas de manera constante, se nos presente un “estreno” mudo del año 1921 resulta cuando menos refrescante, valga la paradoja, y nos envuelve de curiosidad su proyección en esta época. El motivo de su restauración, es el hallazgo de dos copias de la película (que se pensaba perdida), en EEUU por un lado, en el año 1971 y otra copia aparecida en Holanda en 1991. El proceso digital de restauración, fotograma por fotograma, y un nuevo montaje, han permitido esta restauración que finalizó en 2009 y que llega ahora a nuestras pantallas.

Poco se sabe de los inicios del cine noruego, y no es hasta el año 1920 cuando empieza a tomar cierta importancia y comienza a abrirse un camino interesante. En esta época la naturaleza toma un papel importante como así lo hace también en “La bendición de la tierra”. Su director, Gunnar Sommerfeldt está considerado un pionero del lenguaje cinematográfico, y la película, una obra fundamental en la historia del cine.

La película parte de un entrañable guión, basado en la novela homónima del Nobel noruego Knut Hamsun, y trasladada al cine como un canto a la libertad, el individualismo y sus vicisitudes, pero sobre todo el naturalismo, actuando de precursora en este campo. Los espacios abiertos, los paisajes y la luz natural son una constante en esta maravillosa película que narra las aventuras de un hombre sin pasado que se instala en absoluta soledad en un claro de un bosque, en una tierra de nadie y desde comenzará a forjar su presente y más tarde su futuro y el del pueblo que irá construyendo.

A través de esta aventura, el director noruego se permite indagar sobre multitud de aspectos del alma humana, así como la trascendencia de la industrialización y la alternativa de la naturaleza como vía de escape espiritual y como modo de vida. Los valores y su profundo análisis tendrán una importancia fundamental y a pesar de los años transcurridos no pierden en absoluto vigencia y nos permite abordar la reflexión con absoluta actualidad.

Amund Rydland es el protagonista principal, y está acompañado de tres rostros principales, Karen Thalbitzer (su compañera de aventuras), Ragna Wettergreen ( como símbolo del lado más oscuro del alma humana) y el propio Gunnar Sommerfeldt en un papel de poca trascendencia.

Para la restauración, la banda sonora original de Leif Halvorsen (primer compositor cinematográfico noruego), se ha digitalizado a las órdenes del director de orquesta, Frank Strobel, especialista en música de clásicos del cine mudo, creando acompañamiento perfecto a un ambiente natural y no exento de tensiones.

La extrema corrección con la que está rodada, y el cuidado de cada plano nos permiten un estupendo disfrute de una película muda que nos regala escenas tan interesantes como un pasaje onírico de quién se debate entre la vida y la muerte en sobre exposiciones que nos permiten comprobar la depurada técnica conseguida en el estudio cinematográfico del autor.

Un auténtico goce cinematográfico que disfrutarán especialmente los amantes del cine mudo, pero que puede sorprender gratamente a cualquier espectador que no esté muy habituado con este tipo de cine y encuentre en esta película una ocasión perfecta para su conocimiento.



sergio_roma00@yahoo.es
Twitter: @sergio_roma

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