Crítica de: Patas Arriba

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El abuelo y la nieta

Una familia se debate entre llevar o no al abuelo al hospital debido a su estado de salud y pese a su renuncia. Pero él, en complicidad con su nieta, tiene otros planes bien distintos. La familia en sí, debido al título de la película se podría pensar que está desestructurada, con evidentes signos de fisuras o bien se derrumba. Pero no es así. Lo cierto es que en diferentes ocasiones se nos presentan demasiadas señales como para pensar que hay un nexo común bastante fuerte, a pesar de los diferentes problemas personales que atraviesa cada uno de sus miembros. El acercamiento a la tercera edad siempre es una motivación extra de atención, más si cabe cuando viene acompañado del choque de generaciones que supone la mezcla con la infancia, como ocurría en la estupenda “La Lengua de las Mariposas” de José Luis Cuerda. No es sencillo tratar este tema con tacto, y en el caso del film que nos ocupa se aprecia la delicadeza y el buen hacer a la hora de desarrollar las complicadas relaciones que se nos presentan. Lo que en un principio se concibió como una comedia al uso, el director Alejandro García Wiedemann la fue conviertiendo en un pequeño drama, hasta lograr que la película combine los momentos nostálgicos y ligeramente agrios con toques amables y un acercamiento sincero y nada pretencioso a la comedia.

A pesar de haber destacado siempre en la dirección de fotografía (lo cual se aprecia considerablemente en la película, con planos realmente bellos), en Alejandro García Wiedemann se aprecian ciertos detalles que nos hacen pensar que estamos ante un directos que sabe manejar una historia sin caer en situaciones banales y sin perder el rumbo de lo que se pretende contar. La elaboración de los personajes es precisa, y en ciertos momentos nos permite profundizar algo en cada uno de ellos, pero es evidente que el centro de atención lo quiere enfocar de manera muy intensa en dos personajes fundamentales: Renato, interpretado magníficamente por Gonzalo Camacho, y Carlota, un personaje al que la niña Michelle García sabe aportar la necesaria dulzura y complicidad con su abuela para que nos conmueva en no pocas ocasiones. Esta relación abuelo nieta nos permitirá conocer poco a poco todo lo que “se cuece” alrededor de ellos, en torno a una familia que si bien, como anteriormente indicábamos no se puede decir que esté desestructurada, sí atraviesa cada uno de ellos por conflictos internos personales, en un momento muy concreto y crucial de sus vidas y en una situación nada confortable, como el internamiento del abuelo por problemas de salud. Gonzalo Camacho nos hace reír sin pretenderlo, y consigue que la empatía con el personaje se produzca de inmediato, en un ambiente agradable y sin notables fisuras narrativas.

El entorno donde se decide rodar, el hermoso paisaje del Ávila, unas casas en la emblemática montaña de Caracas será el escenario idóneo para que la historia se desarrolle con contenida tranquilidad, controlada pausa y con elementos imprescindibles para aportar serenidad sin caer en la lentitud.
Una comedia coral, una historia familiar entre abuelo y nieta que deja un poso de agradable dulzura y una sensación extraña de haber visto algo especial.


sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

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