Crítica de: Lo visible y lo invisible

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Historia de un pintor de batallas


Si catalogásemos a esta película como abiertamente de sentimientos humanos, no andaríamos muy descaminados en su apreciación, y aunque habría que matizarlo, definiríamos muy bien el fondo último de este drama alemán.

El veterano director Rudolf Thome nos plantea una historia cargada de emotividad, donde cada silencio es un grito desesperado por reivindicar un espacio, y cada susurro se adentra en el vacío de la soledad pasajera donde conviven añoranza y desesperación en una amplia llanura de emociones encontradas. Thome con una impecable dirección nos muestra las múltiples caras del amor, centrándose sobre todo en dos: la amable y rutinaria, y la canalla y vulgar, ambas con sus eternas contradicciones, donde posicionarse resulta ciertamente complicado.


El film narra la historia de Marquard, un pintor consagrado y su ardua tarea por encontrar un norte cuando la carrera ha llegado a la cima, y la motivación se diluye poco a poco en cada lienzo. A su vez, se verá envuelto en dos amores completamente diferentes, por un lado la complicidad y el verdadero amor de María, y por otro la juventud y frivolidad de Angie. Finalmente será su relación con su hija la que marque el sino de su voluntad y el final de un trayecto sin rumbo concreto y con equipaje ligero.

Sería difícil ponernos en la piel del excéntrico pintor Marquard si no hubiese un excelente trabajo interpretativo por parte de Guntram Brattia, en un papel extremadamente complejo y solventado de manera sobresaliente en lo que posiblemente sea el mejor trabajo de su carrera. La veterana Hannelore Elsner ofrece la perfecta complicidad para lograr que el artista se vea en disyuntivas de difícil solución.

La historia se presenta como excesivamente lenta, con pasajes de indudable belleza, ya sea artística como narrativa pero con momentos que pudieran llevar al ligero tedio, aún entendiendo la necesidad de dicha acción pausada. No existen giros sorprendentes de guión, y la historia en sí misma se va fortaleciendo por la acumulación de emociones, sentimientos y miradas que se dibujan con pincelada suave y fugaz en un ambiente de ambigua calidez.

Si diferenciamos el alma humana entre lo que se muestra y lo que se esconde, hallaremos pleno sentido al título de esta película “Lo visible y lo invisible”, donde una parte importante se expone nítidamente, y otra no menos importante se refugia en los oscuros recovecos donde la palabra enmudece, y el pensamiento se transforma en el único vínculo con el yo interior.

sergio_roma00@yahoo.es


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