Crítica de: Flame y Citrón

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La trascendencia de héroes injustamente olvidados


No hay duda de que el cine europeo goza de una excelente salud, en un año en el que Italia, con " Il Divo" y sobre todo " Gomorra" se han llevado la palma ( no precisamente de oro ) en este sentido. El cine danés siempre se ha caracterizado por su profundo afán innovador y por un legítimo interés de mostrar la cara más humana de personajes casi anónimos. Desde el naturalismo de Dreyer, pasando por el movimiento dogma ( del que el director de esta película participó con Kira´s Reason ) liderado por Lars Von Trier, hasta dramas del siglo XXI que pasan un poco desapercibidos en nuestras pantallas. La actual y épica " Flame y Citron" encuentra sus raíces en un profundo análisis de circunstancias y sobre todo sentimientos y actitudes de personajes que en otros escenarios se presentan bajo la fría capa que envuelve un conflicto bélico. La historia, al igual que “El libro negro” de Paul Verhoeven, está narrada desde el punto de vista de la resistencia ante la invasión nazi. Si en aquella era Holanda el escenario, en esta nos encontramos, evidentemente en una desconocida pero importante Dinamarca, donde la resistencia fue discreta pero heroica.

Flame ( especialmente ) es un auténtico héroe de la II Guerra Mundial. Un héroe desconocido pero tan influyente como cualquier otro que aparece en los libros de historia. Da la impresión de que Ole Christian Madsen, como tantos otros directores, recurre a una reparación histórica en cuanto al olvido de héroes anónimos a los que no se les puede privar de un aura de leyenda, y mucho menos de trascendencia, en un país especialmente controvertido en la contienda.

La fascinante interpretación de Thure Lindhardt le dota al personaje de un especial carácter tan revolucionario como místico y tan majestuoso como sencillo. Su manera de andar, con las manos escondidas en los bolsillos de la gabardina, su revoltoso y pelirrojo pelo y sus importantes decisiones bien podrían haberse sacado de un personaje de Frank Miller. Pero se trata de un personaje real, auténtico y probablemente magnificado (de manera adecuada) para el cine. Su compañero Citron posee cualidades más débiles, menos heroicas y más humanas, en contrapartida con la aparente frialdad de su amigo, lo que permite un punto de vista más crudo tanto de la época como del conflicto.

Madsen nos presenta una película entretenida, enérgica y muy bien interpretada por actores con experiencia pero poco bagaje internacional. Aire fresco para nuestras pantallas sobre un conflicto harto conocido pero con pequeñas historias por desvelar como así lo demuestra este interesante film.
sergio_roma00@yahoo.es

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